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Naia parpadeó, algo confundida, pero el palo de carne sobre su raja y los dedos presionando su botoncito, la hicieron incapaz de pensar demasiado.
Luego se inclinó para poder tomar sus pechos en su boca otra vez, lamiéndolos sensualmente, haciéndola sentir cosquillas placenteras por todo su cuerpo. Luego se detuvo y miró hacia arriba, esperando una respuesta.
—¿Bueno? —preguntó, con la boca aún mordiendo su pezón—. Respóndeme, Naia.
Ella se mordió los labios y asintió. Gimió cuando él chupó sus tetas como recompensa y ella le dio palmaditas en el hombro, pidiéndole que ya la penetrara.
—Por favor… adentro… —dijo, con la voz temblorosa.
¿Cómo podría Tadeo negarse?
Agregó un poco más de peso sobre ella y levantó sus flexibles piernas sobre su hombro antes de comenzar a penetrarla.
Cerraron los ojos mientras él entraba, los cuerpos retorciéndose de placer, y él empujó unas cuantas veces más hasta estar completamente adentro.
—Ahhh~
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