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Capítulo 12 Parte 1 La llegada

POV Ben Snow

294 AC

Era, probablemente, el lugar más alejado de Karhold en las tierras Karstark. El sol apenas hacia presencia en el cielo. El viento helado quebraba la débil voluntad del cuerpo. Teníamos que continuar, la desgracia nos esperaba si nos retrasábamos.

Amplias colinas heladas dominaban el panorama. En la distancia, el ultimo pueblo antes de entrar a los dominios Bolton, tenía el tamaño de uno de sus dedos. El camino sinuoso apenas se diferenciaba en el páramo helado en el cual transitaban.

El pequeño convoy de carretas que dirigía, traqueteaba, como si de su último viaje se tratase.

- ¿Es seguro este camino? Pregunte.

- Ningún camino es seguro, pero sobreviviremos.

- ¡Te pago para que mi familia llegue segura! Suspiro internamente, su exabrupto fue acompañado de un lamento interno.

En cierta forma esta travesía era una puesta. Sus desventuras en Karhold tuvieron mucho que ver con su estrepitoso viaje.

- Hasta ahora nadie ha muerto ¿Verdad? Solo sigamos en silencio, no falta mucho. Dijo el sujeto que los guiaba hacia una nueva oportunidad.

Diría que tenía el valor para encarar a su guía. Pero el hombre en el que había depositado su confianza tenía cierto aire pendenciero y no quería ganar más enemigos. Las promesas vacías eran casi tan grandes, como la seguridad de sus palabras. ¿Eran todos los hombres Bolton así? Se preguntó.

En su intimidante imagen pudo ver que vestía placas de cuero, mallas y una larga capa negra. Todo cuanto menos inofensivo, salvo por una espada larga que descansaba en su cintura.

Sus manos aun temblaban por el frio, aunque si era sincero; el tipo que era su guía, también le hacía temblar, pero de miedo. Locke no era ni siquiera un conocido, solo un desconocido guía que encontró de casualidad.

- Si al final voy a morir prefiero preguntar. ¿Cuál es tu plan? Se armó de valor y pregunto con los ojos aun dudosos.

- ¿Mi plan? ¡Solo hay un plan, matar y huir con el oro, por supuesto! Ja, ja, ja. Respondió Locke, amenazar su vida fue una broma recurrente estos días.

Poco de su intimidación le importo, salvo que recordó sus últimos días llenos de ansiedad en Karhold y sus piernas temblaron por el recuerdo.

La impotencia y el miedo se apoderaron momentáneamente de sus piernas. Sintió que perdía fuerza y callo de trasero en el suelo. La declaración de su guía despertó malos recuerdo. Impotente miro con recelo el rostro de Locke.

- ¡Ja, ja, ja! ¡Es una broma! Voy a llevarlos a Dreadfort, además, Lord Bolton no estaría complacido si matara a voluntad.

- Si no muero por tu espada, seguro que muero de un infarto. Respondió airadamente, aun algo tenso por la infame broma.

- ¿Que te hicieron los Karstark para que fueras tan cobarde? Si Locke supiera probablemente comprendería, pensó.

Miro la mano de Locke, que lo instaba a levantarse.

La pregunta invoco pensamientos y recuerdos dolorosos. No quería rememorar el trágico destino de su familia. Sin embargo, algo dentro de él simplemente quiso contar su historia. Desahogar sus traumas; y quizá con suerte, superar sus miedos.

- Se llevaron a mi esposa… Cregan Karstark lo hizo. Respondió pesadamente. – Estoy algo tenso desde entonces…

- La vida de una mujer no es fácil, especialmente son hermosas. Respondió Locke, asintiendo en entendimiento.

- Luego de eso… murió días después.

Ocurrió un silencio largo e incómodo. No pudo hablar por su acompañante, pero en estos casos es donde las palabras de consuelo nunca faltaban. Espero con desconfianza la respuesta de su guía.

- Nunca fui un santo. Dijo Locke - Hice cosas de las que no estoy orgulloso, pero, ¿matar a una mujer de esa manera? No lo sé. Dijo Locke. ¿No lo sabía? ¿Era su forma de consolarlo? Se preguntó.

- ¿No sabes? Pregunto.

Algo en él superpuso el semblante torcido del malnacido de Cregan Karstark con el de su guía. Debería saber que era inútil esperar consuelo, tipos como Locke suelen divertirse atormentando hombres como él.

- Solo digo que, si me pasara lo mismo probablemente cortaría algunos cuellos. También despellejaría a algunos, en señal de duelo por supuesto. Dijo Locke. Por un instante pensó que era lo correcto.

Talvez es lo que hubiera hecho, pero muchas veces el dilema entre el honor y el deber se encuentran en formas poco convencionales. Aquel día, con su esposa moribunda en sus brazos, se estremeció al escuchar su pedido "Véngame, por favor" Fueron sus palabras finales. Recordó llorar en su tumba y jurar proteger a sus hijas en ese mismo instante. Fue ese el día que decidió huir de Karhold.

- ¿Supongo que no tienes hijos? Pregunto a su guía, aunque intuía la respuesta.

- No, los niños no me gustan. Respondió Locke

- Entonces no entenderás que, si huyo de Karhold, es por ellos.

Dijo, mirando de reojo a sus espaldas. Dos niñas dormitaban en las carretas; ambas sus hijas. Pronto serian lo suficientemente mayores para llamar la atención de algún Lord. Probablemente algún malnacido Karstark.

Locke también comprendió sus intenciones. Pudo ver su mirada, aunque simplemente resoplo de indiferencia.

- No te juzgo; pero, muchos nobles norteños aun practican la ley de la primera noche. Aunque no lo hacen público; por ejemplo, Lord Bolton ha tenido varios bastardos.

- ¿Los Bolton también? Preguntó preocupado. ¿El peligro llamaría a su puerta nuevamente?

Era preocupante que su destino pudiera albergar el mismo peligro del cual intentaba huir. Si no tuviera a toda su caravana con él, probablemente se embarcaría hacia alguna de las Ciudades Libres.

- Últimamente Lord Bolton estaba más interesado en contrabandear gente. Tu caso es una rareza, los comerciantes suelen apañarse ellos mismos. Dijo Locke.

- ¿No transportas comerciantes a Dreadfort? Pregunto.

- No necesariamente, transporto a todo aquel que quiera huir a las tierras Bolton.

- Entiendo…

Conforme avanzaron la distancia de su destino se redujo y el clima empeoro. El silencio absoluto volvió a apoderarse del ambiente desolador. El sonido de las carretas era lo único que se escuchaba. En la meditación profunda de sus pensamientos una mano lo trajo a la realidad nuevamente.

- Ben, escuchas…

- ¿Qué pasa? Respondió

- Despierta a tus hijas. Dijo Locke.

Vio a su guía liberar a los caballos. La espada antes enfundada, ahora iba en sus manos. Distraídamente se preguntó si su vida estaba en juego.

- ¿Qué pasa? Volvió a preguntar preocupado

- Nos siguen. No parece ser una casualidad. Dijo apuntando su espada al lejano pueblo en la distancia.

Miro al horizonte, donde aquel pueblo se encontraba. Unos pequeños puntos se movían hacia su dirección. Era muy lejanos y lentos; sin embargo, por la distancia podían deducir que estaban a galope, el tiempo apremiaba.

- ¿Por qué te siguen? Pregunto Locke, cuando la tensión del ambiente empezó a preocuparlo.

- ¿No se dé hablas? Respondió cuando respirar empezó a costarle más.

- No sabes mentir, eso es seguro. ¿Porque te siguen Snow?

Silencio, eso fue todo, silencio. Había una sucesión de pensamientos que pasaron por su mente. Responder con la verdad, mentir, sobornar o… matar. Aunque la realidad pronto lo volvió a poner contra la pared.

Miro como su guía levantaba lentamente su espada. Para su consternación no era su vida la que era amenazada.

- Huiste por tus hijas, supongo que valoras sus vidas. ¿Me dirás porque nos siguen esos hombres, Snow?

- Te puedo pagar el doble. Respondió tentativamente.

- ¿Crees que no valoro mi vida? Puedo manejar a dos, talvez tres. ¿Pero toda una partida? No soy tonto. Si no me respondes, no me importa dejarte a tu suerte.

Jamás haría que un tipo astuto como Locke tire su vida por unas monedas. Pensó en opciones; pero, la mayoría de sus ideas solo resultaron en convencimientos superficiales. La costumbre le recordó sus primeros años como comerciante.

En Karhold solía pagar por información crucial. Dicha facilidad le valió transacciones para negocios rentables. Fue mala suerte o una broma del destino, pero un día accidentalmente se enteró de cierta información concerniente a los Karstark.

La información era en muchos sentidos mucho más valioso que el oro. Aunque podías quemarte, porque el que jugaba con fuego probablemente salía quemado.

- Información Dijo decididamente. Los Karstark probamente piensen que iré a contárselo a lord Bolton.

- ¿Información?

- Si, pero no diré más; no hasta que nos lleves a Dreadfort.

- Digamos que te creo. Una sonrisa sinuosa se dibujó en el rostro de Locke. - ¿Qué tipo de información es?

- Del tipo que termina en guerras…

 

POV Domeric

294 AC

La imagen de las olas, rompiendo en las costas, se vio a larga distancia. El estridente vaivén del drakkar no le importo en lo absoluto, sus pies firmemente clavados en la madera resguardaron su endeble equilibrio.

Una leve emoción expectante se mezcló con la preocupación de lo que le esperaba en su hogar. Había sido un viaje corto, sin embargo, los cambios fueron notables a su regreso.

La imagen de un insipiente puerto se asomó en el horizonte. La vista había cambio para mejor en todos estos años de ausencia. Varios drakkar y algunos barcos anclados llenaron la vista de las costas. Cientos de hombres cargaban mercancías en los barcos y otros tantos las descargaban.

En el horizonte una gran cantidad de construcciones lleno la vista del pueblo costero. Una pintoresca ciudad norteña se estaba gestando a la vista de todos.

El drakkar continuo su camino, aun con el bravo mar y su tambaleante viaje.

- ¡Seguro que cambio mucho! Escucho decir a Ramsey.

- ¡Era una aldea cuando partí, pescadores en su mayoría!!! Grite, la comunicación se hizo difícil en la situación tormentosa.

Si hubiera sabido que tendría este recibimiento, llegar por tierra ya no sonaba tan mal. Al menos su trasero se lo agradece. Definitivamente tenía que mejorar los caminos.

- ¡Ahora solamente hay comerciantes!!! Añadió uno de los tripulantes.

El diría que ahora, varios son presos en algún lugar de las mazmorras de Dreadfort.

¿Qué pensó su padre para tener tantos cautivos?

.

.

.

- ¡Vino de Dorne!!! ¡Exquisito vino de Dorne! ¡Solo por tonel!

- ¡Telas de Myr!!! ¡Auténticas telas de Myr! ¡Véalo usted mismo!!!

- ¡Exquisitas ostras de Braavos!!!

El bloqueo incesante e insensato de los comercios bloquearon el camino que tenía delante de él. Observo con evaluación la situación, aun con todo avanzar en carreta resulto más seguro para sus acompañantes. No se arriesgaría a un tumulto. Menos con la tensión que su padre dejo en los comerciantes. La desconfianza en sus ojos fue esclarecedor. Definitivamente su padre había movido el avispero. 

Cientos de comerciantes gritaron sus ofertas, en todos los rincones se cerraron tratos, incluso en medio de las calles. Pequeños puestos poblados de utensilios de madera de toda clase llenaron su visión, era una peculiaridad que descubrió con grata sorpresa. Las cosas seguían su curso, aun en su ausencia y con trabas, el mercado se hizo más competitivo.

Los angostos y empedrados pasajes de la ciudad resultaron ser un suplicio. No obstante, el carruaje avanzo. Era algo elegante, pero como la mayoría de cosas en el norte, desprendía la fría austeridad correspondiente.

Uthor lo acompaño en su travesía, había llegado a recogerlo y lo estaba esperando cuando desembarco. El resto de su sequito (los otros) terminaron apretujados en la siguiente carreta.

- Dreadfort aún conserva la paz; pero aquí, las cosas están cambiando muy rápido. Dijo Uthor.

- Veo varios mercaderes, ¿Son Braavosi en su mayoría? Pregunte.

- Braavos es con quien más comerciamos.

Eventualmente su sequito avanzo a las puertas de la ciudad, que sin sorpresa resulto ser un muro de vallas de madera. Un camino de tierra tomo el relevo a las afueras, extrañaría los caminos empedrados de la ciudad. El traqueteo constante nuevamente llego a su trasero. Una razón más del porque prefería viajar por mar.

- ¿Cómo está la situación, se tiene sospechosos? Pregunte inusitadamente.

Sintió que la pregunta podría ser precipitada. Sin embargo, tarde o temprano llegaría, prefería que fuese ahora, no tenía tiempo para fingir modestia. Por otro lado, fingir interés haría las cosas más fáciles con su gente. Debo ser un hijo vengativo después de todo.

Uthor soltó un leve suspiro, tardo algún tiempo en formular sus pensamientos y eventualmente respondió.

- Lady Bolton… está en permanente reposo. Estoy seguro que tu presencia la pondrá en mejor estado de ánimo.

- Eso será bueno…mi madre puede parecer débil, pero es más fuerte de lo que parece… ¿Y sobre los responsables?

- Hay varios sospechosos, pero no hay duda de que fue planeado. Sin embargo, el asesino se niega a contestar preguntas. A pesar de que…Mors (El verdugo) se encargó del asunto personalmente. Escuché a Uthor cuando vi por la ventana del carruaje.

En el horizonte el paisaje se llenó de amplios terrenos cultivados. Uthor se lo había comentado, todas las parcelas alrededor del rio Weeping Water habían sido tratadas para el cultivo. Es hermoso y algo perturbador, su mera existencia hizo eso posible.

- Tortura, ¿verdad? Si no soltó que queríamos, entonces el camino es erróneo. Dije sin dejar de ver el paisaje.

- Ciertamente, mi Lord.

- ¿No intentaste con oro? El oro puede convencer incluso al Septon más devoto. Algo en el creyó hablar con un mono.

- Sin duda mi lord, pero… Uthor continuaba en duda.

- ¿Pero?

Dije lentamente, con la esperanza de que el viejo maestre no se guardara nada por miedo a mi respuesta.

La duda rondo el rostro del buen maestre. Leves gotas de sudor se formaron en sus gordas mejías. Su mirada se desvió cada que se encontraba con la suya. Así fue, hasta que decidió mover su lengua.

- Nos pidió una cantidad de oro ridícula y … bueno, no había suficiente en las arcas.

Tarde unos segundos en procesar la información.

- ¡¿Qué?!¿No hay dinero? Casi grite de lo irreal de su situación.

- De hecho… actualmente tenemos una gran deuda, mi lord…

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Dreadfort no había cambiado mucho desde su partida. Por otro lado, el pueblo que habitaba a las afueras de la fortaleza, había crecido bastante. Otra ciudad más y Lord Stark empezara a increparnos y ya no rechazarnos. Pensé.

En el camino había visto muchos pueblos que antes no existían. Uthor comento que muchos aldeanos había emigrado, especialmente de sus vecinos. También había gente de los clanes de la montaña que decidieron establecerse. Todo ello junto con los campos cultivables disponibles había aumentado la población de sus dominios.

- Esperaba contar con los ingresos de estos años de ausencia…

- La guerra fue muy costosa, mi Lord. También llegaron esclavos liberados de las Islas de Hierro, muchos recibieron estipendios para poder establecerse. Aunque el gasto más demandante fue el puerto.

- Entiendo esos gastos, pero estar endeudado. Mi padre no parecía ser un mal administrador.

- Y no lo fue. Esta deuda está relacionada con el ultimo emprendimiento de su padre.

Una mirada aburrida y cansada se dibujó en mi rostro, cansado por el detrimento del tesoro de su casa. Había sido contundente con el ahorro, incluso en la Oldtown. Todas esas apuestas ganadas, las conferencias que hizo para ganarse algunas monedas. ¡Los malditos niños ricos del sur no lo entenderían! Grito en su mente.

Sintió que la razón había dejado su mente por un momento de debilidad e intento calmarse.

- Hace un año su padre tomo un préstamo del Banco de Hierro…El preocupado maestre explico

Por muy absurdas que sonaran las razones, había que estar de acuerdo en algo, su padre quería más dinero. No tenía el ingenio comercial o el genio de la innovación. Entonces la única solución que se le ocurrió fue invertir todo el dinero ganado, junto a un préstamo que recibió del Banco de Hierro.

Por muchos años Roose Bolton vio como sus ganancias aumentaban. Las cosas no podían ir mejor, salvo por un detalle, a sus ojos, los comerciantes no merecían ganar más que él.

Cada cierto tiempo flotas enteras de Braavos llegaban a sus costas. Venían por el recurso más buscado de sus tierras, la madera. Cientos de barcos partían abarrotados de madera todos los años, regresarían a las ciudades libres para volver nuevamente. El enriquecimiento ajeno no podía ser más desvergonzado.

 - Lord Bolton negocio por mucho tiempo y logro comprar diez carracas. Estos servían para viajes muchos más largos, a diferencias de los drakkars.

- Quería su propia flota comercial…

- Estos barcos, necesitaban un puerto más grande y marineros experimentados. El mantenimiento también requirió traer maestros constructores, junto a sus familias.

La inversión fue tan grande que apenas si había algo para las comodidades cortesanas que existían en Dreadfort. Según Uthor, esta fue la razón principal por la cual su padre empezó a presionar mucho más a los comerciantes.

- El préstamo fue por diez años. El banco de hierro recibiría su pago con la madera que extraíamos. Su padre aprobó los términos. Fue un ganar- ganar para ambas partes, sin embargo, los problemas tardaron en aparecer.

- El precio de la madera bajo demasiado. Dije.

De repente una idea vaga cruzo por mi mente. Uthor pareció reaccionar a mi deducción. Fue un destino inevitable… ¡Maldita oferta y demanda!!!

- Si, así fue, solo por ese hecho el banco de hierro llego a llevarse tanta madera que quedaba poco que vender, cada vez el préstamo se llevaba más madera. Lord Bolton intento vender lo poco que sobraba, pero vio que, a largo plazo, si el precio seguía bajando, solo se endeudaría más. Concluyo su maestre.

La locura por la madera aseguraba que el precio seguiría bajando más. Podía detener sobreproducción, cerrar los aserraderos, era una opción. Pero si lo hacía, posiblemente no podría solventar el préstamo en primer lugar. También estaban los gremios, seguramente no se quedarían quietos cuando su fuente de ingresos se paralice. Un círculo vicioso de endeudamiento.

- Maestre Uthor, ¿Llego a funcionar la ruta comercial? El transporte por mar puede ser complicado…en estos tiempos, al menos.

- ¿Uhmm?... fue razonable al principio, luego el gasto por reparación llego a ser un problema.

- El problema no es el gasto, si no la ganancia maestre. Respondí

No podías esperar beneficios de un lugar como este, lamentablemente aún estaba lejos de ser como White Harbor. Desde los dominios Bolton a las ciudades costeras del sur y a las ciudades libres, eso sonaba más rentable. Un granjero jamás tendría dinero para costear los caros productos.

- Es lo que pensamos. Su señor padre quería más barcos para asegurar una ruta comercial estable. Muchos comerciantes estaban dispuestos a colaborar con el emprendimiento de su Lord. Lamentablemente varios terminaron presos, luego que su padre pusiera un ojo en sus finanzas.

- ¿Quería más barcos? ¿Otro préstamo?

- Si, el trato estaba en negociación. El banco de hierro quería concesiones de otro tipo.

Si un préstamo fue tan escandaloso, un segundo nos pondría de rodillas.

- Uthor, necesito un favor. Dije

Antes que el maestre continúe con su informe, que no me preocupaba, pero si me importaba, preferí mover el avispero un poco.

- Si mi lord, lo que usted diga.

- Veras, no va ser fácil entender esto, pero…debemos vender todas las carracas.

- ¡¿Qué?!... los diez barcos?

- Si, véndelo todo, hasta la última vela.

En su profundo silencio había incertidumbre.

- Prefiero no pensar en lo que diría su padre sobre esta decisión, pero, tiene en mente a algún comprador en especial.

- ¿Talvez Lord Arren? Dije, siempre podía contar con su socio más "confiable"

 

POV Belys

294 AC

Dreadfort

Antes de que el incómodo silencio reinara en la habitación, una voz autoritaria se escuchó.

- ¿Eres de Braavos?

La pregunto tenía un sonido adusto, un tono inmaduro que todo hombre alguna vez tuvo, un adolecente seguramente. Para su sorpresa, una corriente de pensamientos lo hizo inclinarse más de lo que ya estaba. Estaba en un encuentro fortuito que jamás espero tener.

- Si, mi lord. Respondí, tan tranquilamente como pude.

- Mi maestre dice que tienes la capacidad de adquirir toda mi flota. ¿Es eso cierto? Escucho decir al adolecente Lord.

Honestamente se preguntaba si su respuesta traería un mal sabor de boca para su… ¿nuevo Lord? Por otro lado, la mala fama de los Bolton estaba en boca de todos. ¿Su lengua suelta lo llevaría a perder la cabeza? Se preguntó. Seguramente no quería un final como ese.

- ¿Podría comprar solo una de sus carracas? Mi lord.

Un silencio largo siguió a su respuesta. Algo nervioso y con curiosidad, forzó su vista y vio de reojo la expresión del joven Lord Bolton. Para su sorpresa estaba tan inexpresivo que parecía una estatua.

Tenía en sus pensamientos las consecuencias de su pedido, talvez el encarcelamiento e incluso el azote. Hacer perder el tiempo a un noble era así de inapropiado; sin embargo, por alguna extraña razón no pensó que lo ejecutarían, y con eso se conformaba.

Comprar al menos una de esas carracas de segunda mano seguramente valdría la pena el riesgo, además aún tenía su lengua, que lo salvo tantas veces como también no.

- Uthor, ¿no lo deje bien claro? Pregunto el joven Lord Bolton, cuando volteo en dirección de su maestre.

- ¡Si, mi lord! En nuestro encuentro el mercader Belys Enniros estuvo de acuerdo con las condiciones.

Estuvo tentado a responder algunas escusas más; sin embargo, siendo sinceros, no nadaba en dinero como muchos de sus conocidos creían.

- No me hagas perder el tiempo braavosi. No soy un comerciante. ¿Tienes los cien mil dragones de oro? ¿o no?

El dinero era para los ladrones, lo que las gallinas son para los zorros. Por eso siempre prefería disponer de otro tipo de riquezas, como las tierras, los molinos, lo caballos y demás. Ahora que lo pensaba, si pudiera tener uno de esos modernos aserraderos Bolton seria genial, se decía que barcos enteros salían de sus puertas. Pero eso era pedir demasiado, no quería acabar en una pica.

Estaba más interesado en los barcos. Tener el suyo siempre fue su sueño.

- Mi lord, el dinero que dispongo no podría solventar tal gasto. Pero mis socios y yo creemos que podemos asegurar tal cantidad, en menos de una luna.

Dijo con todo el valor que reunió de sus años de experiencia. Las cejas del joven Lord fluctuaron por primera vez desde que se conocieron.

- ¿Tus socios? Pregunto Lord Bolton.

- Si, somos parte del gremio de comerciante en la nueva ciudad.

- Ah...Dijo su nuevo lord, cuando su expresión se relajó insospechadamente.

Por alguna extraña razón la sensación de tranquilidad se asentó en sala, el ambiente había cambiado. Por sobre todas las cosas vio a su nuevo Lord levantarse.

La consternación llego a apoderarse de su cuerpo cuando Lord Bolton paso junto a él y le palmeo el hombro.

- Tranquilo, no estás en problemas. Le dijo el adolecente Lord Bolton, cuando siguió su camino.

El joven Lord llego hasta una esquina de la habitación, en una aparente búsqueda de papel y tinta.

- Sabe, mi padre tenía un concepto muy erróneo de papel que desempeñaban los comerciantes, no planeo cometer el mismo error. A diferencia muchos nobles estoy predispuesto a ser más comprensivo con los problemas sociales de la gente, eso incluye a los comerciantes también. ¿Supongo que su sociedad tiene un nombre? ¿Cuál es? Pregunto lord Bolton

- ¿Uhmm? Si mi Lord, su nombre es "Sociedad de la madera".

- Es un nombre muy peculiar.

- Si, es porque somos responsables del mercado local maderero. Su generoso padre Roose Bolton nos arrendo los aserraderos que ya no usaba, con la condición de cuidar los secretos de su funcionamiento.

Una sonrisa sarcástica apareció en el rostro del Lord Bolton.

- Mi padre fue muchas cosas, pero generoso no era una de ellas.

Con un paso lento Lord Bolton se sentó nuevamente en su mesa.

Movió lentamente las hojas y se puso a escribir. Fue entonces cuando sus palabras llegaron con más autoridad, la autoridad de un burócrata.

- Bien, lo he decidido, tendrás tiempo para juntar ese dinero. Pero tengo la idea de hacer un ligero cambio de planes.

- ¿Un cambio de planes? Pregunto algo dudoso de cómo proceder.

Sintió que lo que estaba por venir le pondría los pelos de punta.

- Te venderé mi flota; pero, solo a ti. Con una sola letra de cambio bastara.

- ¿Una letra de cambio?

- Es como un contrato, uno de deudor y acreedor. Por otro lado, dejar a un gremio sin monedas, eso sí sería un problema…

Dijo Lord Bolton algo preocupado.

Generalmente su intuición era confiable en este tipo de situaciones. Pero en ese momento, no entendió la naturaleza del contrato. Tampoco quería cuestionar el conocimiento de Lord Bolton. Pero una sensación de escozor apareció en su nariz irremediablemente, sintió que no tendría otra oportunidad. Se dijo así mismo: Bueno si voy a ser embaucado, mejor preguntar cómo.

Por supuesto antes que preguntara, el pensativo Lord Bolton prosiguió.

- Será similar a un préstamo, no soy tan "generoso" como mi padre, pero te daré un año de plazo para que no se queden cortos de monedas. No hay porque preocuparse, los intereses serán mínimos. Sin embargo, en cuanto al aval, ese tema tendrás que hablarlo con tus socios.

- Aval?

- Uthor te pondrá al día con los detalles. Entonces, felicidades mercader Belys Enniros, es oficialmente dueño de ¡diez carracas!

- ¿Gracias?

.

.

.

Fue un día irreal en muchos sentidos.

Habían sido cuarenta largos años desde que comenzó su pequeño negocio en Braavos. Comenzó trabajando en los muelles, comprando y vendiendo toda clase de mercancías. Al final logro visitar varias ciudades libres en el proceso.

Consiguió su mayor bendición, su esposa. Como buena hija de Braavos fue descendiente de una pudiente familia de mercaderes. Lástima que la vida era caprichosa y termino perdiéndola en el camino de su ambición.

Este tenso día comenzó con un llamado del nuevo Lord Bolton y la llegada de una carta proveniente desde otro lado del mar angosto.

Un hombre con túnica lo espero en las puertas de Dreadfort, al responder el llamado. Una pregunta que muchos le hacían salió de la lengua del maestre ¿Belys Enniros tiene usted mucho dinero?

No era tan rico como los nobles sureños, pero acá en el norte nadie sabía de esa dura realidad…dijo que "si" y mintió descaradamente. El que no arriesgaba no ganaba, es así que esta vez el gano. Ahora tengo diez carracas…

Recordó la carta con un sello que jamás espero ver de nuevo en su vida. Seguramente podía serle de más utilidad a él. Pensó, cuando se la entregó a Lord Bolton.

- ¿Es autentica?

- Si mi lord, definitivamente es el sello del Banco de Hierro de Braavos. Agrego el maestre vestido con túnicas y cadenas extrañas.

En su angustiante espera vio al ahora su "nuevo patrocinador" leer la carta. Por muy bien que ocultara sus emociones vio a Lord Bolton mostrar leves señales de interés en su rostro.

Oculto su difícil respiración todo el tiempo que pudo, esperando no ser ejecutado por alguna razón imperceptible. Irremediablemente gotas de sudor bajaron por su espalda fría y algunas se filtraron en su frente.

- Si esto es real… Dijo Lord Bolton, tan serio que creía que lo ejecutarían en ese momento. Entonces como cabeza de la Casa Bolton debo recompensarte…

Gracias a los dioses que la lógica existía en este mundo. Se dijo.

Se preguntó qué clase de idiota enviaría un mensaje tan detallado. Las insinuaciones nunca fueron su fuerte, pero incluso él sabía cuándo pasar desapercibido. En su mente se imaginó que la persona en cuestión no le importaba ser incriminada, tal era el poder del Banco de Hierro.

- No puedo pedir nada más que su bendición. Mi lord me honra con su generosidad.

Respondió, acorde a lo que recordaba de la solemnidad norteña. Por supuesto entrego la carta porque pensaba que era lo correcto. Además, no quería saber nada del Banco de Hierro. Después de todo, fueron en parte responsables de la mayor pérdida de su vida.

Desde sus pensamientos hasta el silencio del ambiente, vio con sorpresa la mirada calculadora de Lord Bolton. Fue una mirada de evaluación, aunque más acorde con la elección de una cortesana o al apostar por un caballo ganador. Fue raro e intimidante y talvez algo escandaloso.

- ¿Mi lord? Pregunto dudoso por la mirada del joven Lord.

- Tu nombre es Belys Enniros, ¿verdad?

- Si, mi Lord. Respondió con algo de incomodidad. Por otro lado, ahora puede decir que Lord Bolton es un conocido, tanto como Arren…

- Siempre disfruto de planear ciertos asuntos…pero, ¿Talvez te interese ser alcalde? Belys Enniros. Pregunto el Bolton.