Noah se subió al coche y se dirigió inmediatamente al aeropuerto. Sus pensamientos estaban en confusión, llenos de remordimiento y preocupación. No debería haberla dejado en esa mansión; no debería haberla llevado allí en primer lugar.
El médico le había advertido estrictamente que solo tenían unos días para superar la parte más difícil, pero él no quería lastimarla. Los eventos de los últimos días se repetían una y otra vez en su mente, cada repetición intensificaba su culpa.
Noah apretó los dientes frustrado. Todo era su culpa. Si no la hubiera enviado allí, ella estaría bien. Su esposa, su hijo... El solo pensamiento de ellos en peligro era insoportable.
El coche aceleró a través de las calles, y tan pronto como llegaron al aeropuerto, Noah abordó apresuradamente el jet. No podía decírselo a Chalamet, pero se aseguraría de enviar otro jet para ellos lo antes posible.
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