Sarkon fue el primero en recuperarse, respirando profundamente para frenar su acelerado corazón.
Mientras la destrucción se hacía a fuego lento, pensó que se sentiría vacío otra vez. Justo como después de que la amante de su padre lo tocara.
Pero no.
Se sentía como la persona que siempre había querido ser. Sintió que por una vez pertenecía a algo bonito. Él era de María.
El amor de su ángel.
Mientras sus pulmones continuaban aspirando enormes bocanadas de aire, su cálido aroma empapó su nariz. De repente la sintió temblar incontrolablemente debajo de él.
Abrió los ojos y se dio cuenta de que su rostro estaba enterrado en la curva de su cuello.
Levantándose para poder ver bien el rostro de su ángel, tragó saliva al ver su seductora belleza.
Quitó los húmedos mechones rojos de su sonrojado rostro, pasó los dedos por sus deliciosos mechones para arreglarlos, sostuvo sus húmedas mejillas entre sus suaves manos y besó la comisura de su regordeta boca.
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