*Amaya*
Podía sentir la intensidad de los ojos de Wren quemando agujeros en la parte posterior de mi cabeza mientras caminaba lentamente por las filas de estantes de la biblioteca. Pasé el dedo por las encuadernaciones de los libros mientras leía títulos de los que nunca había oído hablar, de autores que no tenía idea de que existían.
La biblioteca, como la mayoría de las habitaciones de este castillo, era enorme y estaba llena hasta los topes de libros muy queridos. En el centro de la habitación había dos largas mesas de madera. Cada uno tenía múltiples pilas de libros de distintos tamaños, papeles y plumas. Las ornamentadas alfombras estaban raídas, al igual que los cojines de todas las sillas. La habitación olía a pergamino, cuero y madera quemada. Me sentí como si estuviera envuelta en una manta.
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