Sentía que ahora pasaba gran parte de mi tiempo cazando a quienes mataban licántropos. Habíamos perdido a dos miembros de la manada este año, y aún no era julio. Me estaba frustrando. Tampoco podía evitar preguntarme en qué demonios se había metido Amara. Había prometido no investigar quién era el hombre que la abofeteó, pero no dejaría de buscar al hombre que irrumpió en su apartamento.
Era una conversación que ella se negaba a tener. Sabía que era un tema delicado e hice todo lo posible por evitarlo. No quería agitar el barco. Últimamente, me pedía que me quedara a dormir más a menudo de lo habitual. Estaba demasiado feliz de pasar tiempo con ella como para arriesgarme a que algo se interpusiera en mi camino.
Me hizo pensar en la noche en que le había explicado la situación del mate.
Le dije que estaba bastante seguro de que éramos compañeros y se quedó en silencio durante lo que me pareció una eternidad. Empecé a preguntarme si se habría dormido, pero al final me contestó.
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