"¿Hola?" Respondí, con el estómago revuelto. ¿Qué podría querer Hale de mí en este momento?
"Necesito que me ayudes a empaquetar unos archivos para llevármelos a casa esta noche. ¿Estás disponible para volver a la oficina?" Preguntó Hale.
Había algo en su tono que me agarró por sorpresa. Era una gentileza, una amabilidad genuina, como si supiera que pedirme que volviera a la oficina sería un inconveniente.
"Estaré allí en unos quince minutos", le dije.
"Gracias", exhaló, con un claro suspiro de alivio. Colgó el teléfono sin decir nada más.
Los vuelcos en mi estómago se intensificaron. Parecía que estos días debía de vivir en una montaña rusa por la forma en que siempre se agitaba. Debería saber que no debía aceptar algo así. Era fuera de horario, la oficina estaría casi vacía. Sabía que este hombre era un asesino, encontré lo que supuse eran pruebas esta misma mañana.
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