¡Es hoy, es hoy! Hoy dejo mi tranquila vida en la granja para cambiarla por un montón de estrés, oscuridad y miseria en el fondo de este jodido agujero de tierra. Y solo me tomó un poco más de quince años terrenales empezar con mi aventura a las entrañas de la tierra.
Aaaaah, pero estoy tan a gusto en mi camita. ¿Y si no voy? Cinco minutos más, mamá. Bueno, en realidad falta un montón para que la expedición empiece, como unos seis periodos. Los caballeros llegaron hace mucho para instalarse en Badaron y recién estamos terminando los preparativos para el comienzo faltando unas horas antes de que comience un nuevo día.
Como yo soy muy inteligente y trabajadora estuve ayudando lo mejor que pude, pero Arthur se asustó cuando vio mis ojeras y me mandó directo a dormir. Y eso que no han visto las que tenía en mi mejor época gótica.
En fin, creo que es el momento de despedirme antes de partir. Me levanto de mala gana de la cama y la tiendo antes de salir del cuarto. Nadie va a usar este lugar después de que yo me vaya, y sin duda es más cómodo que el suelo helado de los Jardines Huecos.
Me dirijo al cuarto de baño y me miro al espejo. Ahora que lo pienso, mi rostro cambia radicalmente de acuerdo a si tengo el cabello arcoíris o negro. Al principio, estuve algo confundida cuando me teñí con el tinte que me regaló Arthur. Mi cara es la misma que tenía en mi otra vida, lo cual difiere totalmente del rostro que obtuve cuando evolucioné a Unicornio Centauride.
Supongo que quien me puso el cuerpo humano se encargó de modelarme la carota a la misma que tenía antes de morir. En fin, al menos me alegro de parecerme un poco a mis años dorados y oscuros. Y me ayudará a esconderme de la iglesia también, los muy tontos estarán buscando a una chica de cabello multicolor sin saber que ahora lo tengo teñido de negro. Juas, juas, que inteligente soy.
Mi único problema son los ojos, que siguen siendo de colores. Por lo regular, procuro evitar el contacto visual para que nadie los vea. He aprendido que mi estado de ánimo influye mucho en el cambio de iris que tengo, así que para mantenerlos de un color oscuro tengo que mantenerme muy neutra ante cualquier cosa.
Me quito mi ropa de dormir y sostengo entre mis manos un uniforme de maga que me entregó Arthur. Es similar al que tiene Sybil, y es la vestimenta oficial y distintiva de los magos aprobados por la iglesia. Puede que sean unos hijos de perra, pero tienen un buen gusto por los colores negros. Es lo más gótico que voy a encontrar en este agujero.
Brrrr, la tela se siente muy suave y ligera. Al mirarme al espejo, puedo sentir como si hubiera regresado a mi anterior vida. Me siento tranquila al respecto, pero todavía no estoy satisfecha. Una vez que haya llegado al fondo de El Abismo y solucionado de raíz el problema de este mundo, podré retomar mis costumbres con tranquilidad. Solo hasta ese momento.
Salgo del cuarto de baño una vez que me he dado un baño y vestido adecuadamente. Nadie me reconocerá así, ni siquiera el imbécil de Amcottes. Bajo las escaleras de la casa y veo a la señora Dranin y el señor Elfash, ambos sentados en el comedor y con signos de nerviosismo.
—Oh, Panqueque, ¿Ya es hora?—preguntan.
Afirmo en silencio. Creo que esto va a costar un poco.
—Cuídeseme mucho, mija, la vamos a ´tar esperando—el señor Elfash se levanta y me abraza.
—Porfa regrese con bien, que el Dragón Negro la acompañe pa´ todos lados—la señora Dranin hace lo mismo.
Estar rodeada de abrazos me ablandece el corazón. Buaaaaaah, quiero llorar. Cuando les comenté que quería bajar con los caballeros se opusieron al principio, me dijeron que era muy peligroso y que en todas las expediciones el ochenta por ciento de los caballeros Traza-Caminos mueren. Pero finalmente, se dieron cuenta de que tengo mis razones para hacerlo más allá de la curiosidad humana. Dijeron que no podían prohibirme hacer cosas porque no son mis padres, pero que esperarían mi regreso y que siempre sería bienvenida en la granja de nuevo.
—Los… los quiero—mi voz se quiebra por alguna razón.
Una palabra tan simple, pero que me cuesta articular. Creo que es la primera vez en mi existencia que la digo. Nunca les dije "te quiero" a mi madre o padre del otro mundo, mucho menos a mí progenitora unicornio.
—Nosotros también, chamaca, pórtese bien—se despiden.
Ellos me acompañan a la puerta. Una vez que cruce este lugar, no volveré a verlo en mucho tiempo.
—Tu cabello está rechulo, ¿es por un muchacho?—pregunta Dranin antes de que me vaya.
La observo con confusión.
—Cuando regreses, nos presentas a ese chamaco. Ten un buen viaje—ella se ríe de mi reacción y se despide.
Ah, ya entendí. No, en realidad fue por mí misma, no por alguien más. Me coloco la capucha y camino por el pueblo, dejando atrás mi vida en la granja. Falta poco para que comience la excursión, así que hay una especie de mini caos reinando en Badaron. Muchas personas coordinando a los caballos, las formaciones, cargando las carretas, etc.
Estoy confundida de a donde debería ir, supongo que le preguntaré a alguien. Aaaaaaaaah, se viene otro reto difícil, hablar con otra persona ajena a mi círculo cercano. Bien, yo puedo hacerlo, no hay ningún problema, decidamos a quien preguntarle. De tin, marin, de do pingue, se lo preguntaré a esa monja de allá.
Camino hasta la chica y me percato de dos cosas. Una, está sumamente ocupada mirando unos planos. La otra, su piel es morena, algo que en teoría es imposible porque no existe el sol en El Abismo. La única persona que he visto con esas características es la mujer cantante con la que Howard me puso una trampa hace tanto tiempo.
Debería estar más sorprendida y confundida en circunstancias normales, pero gracias a las visones del hombre unicornio conozco por qué existen personas con piel morena en este abismo; y la respuesta es tan simple y estúpida que ni siquiera vale la pena preocuparse por eso. Respiro hondo antes de hablar.
—¿Saber dónde está cuartel de magos?—pregunto luego de darme valor.
La chica no despeja su vista de los papeles que se encuentra revisando.
—Por allá, da la vuelta en las caballerizas—responde a secas sin siquiera voltear a ver a su alrededor.
—Gracias—me alejo de ella y camino hacia donde me indico.
Arthur no debería estar muy lejos de ahí. Luego de buscar un poco encuentro el lugar que estaba buscando. Me dirijo hacia el soldado que se encuentra haciendo el conteo de unidades participes de este evento.
—Nombre y unidad, por favor—indica.
—Panqueque Elfash, escuadrón del héroe.
El hombre busca entre sus papeles luego de darme un vistazo general. En el uniforme que Arthur me dio viene un pequeño medallón que confirma que mis palabras son verídicas.
—Bien. Por favor, dirígete a la carpa número uno. Asegúrate de abastecer cualquier tipo de insumo para ti misma. El reabastecimiento solo será posible en cada nueva capa. Buena suerte y buen viaje—señala el soldado.
Uff, esto ha sido muy complicado. Me da mucha flojera hablar con las personas pero me he visto obligada a hacerlo en gran medida últimamente. Ustedes no cuentan, perdedores.
Cruzo el conteo de unidades y por fin estoy dentro de la zona de preparación. No es hasta que cruzo la entrada de la carpa señalada que puedo relajar mis pesares equinos.
—¡Hey, bienvenida! Parece que ya estamos completos—saluda Arthur.
—¡Panqueque!—exclama Julian de forma animada.
Norbert levanta una mano de forma amistosa y Sybil saluda, pero al mismo tiempo puedo notar que tuerce la boca y frunce el ceño.
—Bien, hagamos un último repaso de la formación. Nosotros tomaremos el lugar del comandante Howard en su ausencia. Tenemos una responsabilidad enorme sobre nuestros hombros, las vidas de todos estos caballeros dependen de nuestras decisiones y reacción ante los eventos—explica Arthur.
Un momento, ¿dijo comandante Howard? ¿Estamos hablando del mismo que me derrotó hace tiempo? ¡Uaaaaaah! ¡No tenía idea de que ese bastardo era tan importante! Siempre creí que era un cazador experimentado; que nadie se entere que está inspirado en Geralt de Rivia. Uy, cierto, quedé de ayudarlo a derrotar a Amcottes. Lo siento, Howard, pero no me avisaste que me iban a dejar como periodista. Ya tendremos otro momento para preocuparnos por Amcottes.
—La formación del ejército será en flecha, nosotros iremos a la cabeza y dirigiremos la marcha. El objetivo en cada capa es llegar a la siguiente salida conocida y reabastecernos para continuar con el ciclo. Evitaremos pelear contra los monstruos en la medida de lo posible—continúa Arthur.
—Sin pelea, ¡entendido, jefe!—clama Julian.
—Sybil y Panqueque son magas capaces, protéjanlas en la medida de lo posible en caso de emergencia. Sin embargo, y en caso de que uno de nosotros muera, no olviden lo que dice Norbert y no se dejen llevar por sus sentimientos. Una vez allá abajo, nuestra vida queda en manos de nosotros mismos—finaliza Arhur.
—Nadie morirá mientras estés tú a cargo. Y claro, mientras contemos con mis dotes mágicas—se jacta Sybil.
—Nada me gustaría más que asegurarme de que es cierto, pero no olviden que vamos a territorio con poca o nula exploración. Regresemos juntos, ¿de acuerdo?—Arthur extiende su mano.
—Por tu hermana y por nuestra gloria—Sybil extiende la suya.
—¡Considéralo un hecho, viejo!—Julian hace lo mismo.
—Por la familia real, lo acompañaré al mismo infierno, majestad—Norbert se une.
La única que falta es una maldita irrespetuosa que no sabe trabajar en equipo. ¿Dónde está? Yo misma le daré una golpiza. Ah, soy yo. El grupo me observa con expectativa, en espera de que me una a su juramento. Ugh, esto es incómodo, pero que le voy a hacer.
—Por los pepinillos.
•┈••✦ ۵ ✦••┈•
¡Uaaaaaah! ¿Por qué tengo que montar un caballo? ¿Saben lo denigrante que es un unicornio, tomar forma humana y luego subirte a uno de tus semejantes sin cuerno? ¡Exijo respeto y derechos equinos! En cuanto esto acabe, abriré un sindicato, sí, lo anotaré en mi lista.
Si todavía tuviera cuerpo de unicornio podría ahorrarme toda esta molestia, pero no dejaría que nadie me cabalgara, tal vez solo Arthur y eso es decir mucho. Como sea, estoy zurrándome de nervios. Si tan solo estuviera en mis años dorados… un momento, ya estoy en ellos.
—¿Nerviosa?—pregunta Sybil de forma burlona.
Niego con mi cabeza a pesar de sentir lo contrario. Conozco de sobra las capacidades de El Abismo y sus monstruos, así que no tengo miedo de marchar de nuevo a ese lugar todo feo. De quien sí tengo miedo, es del maldito que está a dos escuadrones de distancia. Amcottes y algunos de sus monjes se encuentran montados en caballos, esperando pacientemente el inicio de la expedición.
¡Aaaaaaahg! ¡Púdrete, cardenal de pacotilla! Mi paz mental por el resto del viaje está condenada con ese sujeto cerca. El lado bueno es que con mi cabello oscuro y rostro antiguo no es capaz de reconocerme; el lado malo es que va a estar en la expedición.
—Como sea. Relájate, estás por ver mis increíbles habilidades mágicas—Sybil se está engrandeciendo.
¿Y todo eso te dijo el árbol, mi amor? Digo, ¿a poco si muy gallita? En realidad ni siquiera sé porque hace eso, no es competencia de ver quien hace más magia. Norbert carraspea, indicándole a Sybil que se calle. Lero, lero, la callaron.
Arthur suspira y da un paso adelante con su caballo, parándose frente a todas las filas. Levanta la cabeza y entrecierra los ojos para hablar.
—Atención todo el mundo. A partir de este momento comienza la trigésima expedición de cartografía de El Abismo. Sin importar los resultados de este viaje; a donde nos dirijan las entrañas de la tierra; o cuántas vidas sacrifiquemos, los caballeros Traza-Caminos no buscamos solo una simple cura, sino un sendero que nos guie a la verdad y el progreso de los humanos. ¡Por Asonas! ¡Por el Dragón Negro! ¡Por la humanidad! ¡Avancen!
En cuanto suena su grito, hace mover a su caballo. ¡Es ahora o nunca! Sostengo las riendas de mi montura y lo hago cabalgar. Norbert, Julian y Sybil hacen lo mismo junto con el resto del ejército. El sonido de los cascos en la tierra se deja escuchar, resonando en el eco del camino que nos llevará a la tercera capa. Por la humanidad, por Majorie Vawdrey… y por Swolstice.