Narra Taylor
Un nuevo día daba comienzo, otra vez tenía que ir a ese instituto, de algún lugar tenía que sacar las ganas suficientes para levantarme de la cama y alistarme para ir a clases, no lo logré, tardé como 15 minutos más en reunir las fuerzas para despegarme de mi rica cama.
Cuando lo logré avancé a paso lento hacia el baño de mi habitación, me vi en el espejo y casi me llevo un susto, joder, definitivamente no soy una persona mañanera, estaba hecha un desastre. Luego de esa revisión me metí en la ducha, al salir de la misma busqué en mi guardarropa algo decente que usar hoy y me lo puse, bajé y como de costumbre mi "padre" estaba en la mesa sin hacer nada, esperando que yo fuera y le preparara el desayuno.
—Por fin despiertas hija, creí que tendría que hacerme mi propio desayuno.
—A otro perro con ese hueso, es más probable que yo gane la lotería a que tú te hagas la comida por tu cuenta.
—Me sorprende que sabiendo eso no seas puntual y me hagas la comida.
—Basta, ya cállate, ahorita te hago tu puto desayuno.
Tristemente ese es mi "padre", me gustaría no tener que llamarlo así, porque ni parece mi padre y nunca sentí que lo fuera o que siquiera se molestara en pretender serlo, simplemente fue el tipo que me engendró, nada más. Lo mismo con esta casa, no se sentía como un lugar al que pudiera llamar hogar.
Habiéndole preparado su desayuno procedí a hacer el mío, no quise sentarme en la mesa junto a él por lo que me fui a la sala a comer.
Encendí la tele para buscar algo interesante que ver, aunque siendo sincera la televisión lleva años sin dar contenido interesante, pero de vez en cuando puedes agarrar un canal con una buena peli o algo por el estilo.
Para mi sorpresa lo único interesante que vi fue el noticiero, reportaron un robo frustrado de anoche, resulta que el auto que Rosé y yo vimos a toda velocidad era de unos ladrones que acababan de asaltar un banco, y que como era de esperar fueron detenidos por Anubis, ese tipo seguía sorprendiéndome día con día, aunque bueno, le llamo tipo porque no sé quién coño es, imagina que sea una chica, buah, sería la chica más asombrosa del mundo.
Mientras divagaba en mis pensamientos logré terminar mi desayuno, agarré mi mochila y me fui directo a la parada de buses para abordar el que me llevaría al instituto. Ojalá no tener que viajar en colectivo, me gustaría tener mi propio auto, sé que de todas formas tendría que tragarme el puto tráfico hacia el instituto, pero vamos, creo que no es lo mismo pasar el tráfico en tu propio auto, con tu música, a tu ritmo y en tu ambiente que rodeado de desconocidos en un bus a tope a punto de reventar.
Ya en el bus iba con mis audífonos puestos escuchando música, por suerte logré irme sentada todo el trayecto, así que aproveché de chatear un poco, tenía mensajes de Rosé y de Dante, Rosé también vio el noticiero al parecer, estaba muy sacada de onda con que hayamos visto unos ladrones en fuga y nosotras ni en cuenta, no la culpo, uno nunca se espera encontrarse con ese tipo de cosas en su día a día.
Luego de una hora de tráfico llegué al instituto, todo estaba tranquilo como era costumbre, así que me dirigí directamente a mi salón para ver a mis amigos, al llegar me encontré con Anya esperándome en el asiento de siempre, pero no vi a Dante por ninguna parte.
—Hola Anya.
—Hola Tay ¿Qué hay? —correspondió ella mi saludo.
—Ya sabes, estoy viva, ya eso es algo bueno supongo jajaja.
—Jajaja veo que vienes con el humor de siempre.
—Seh, un poco, perdón si no logro sentirme feliz teniendo que venir aquí.
—Te entiendo, pero ve el lado bueno, anoche estuvo divertido ¿No?
—Si, eso sí, la peli estuvo buena, y estar con Rosé fue un extra.
—Jajaja me sorprende que no dieras ningún paso más con ella, conociéndote creí que nos saldrías con una sorpresa.
—Nah, tampoco, ayer me limité a pasar tiempo con mis amigos, ese asunto lo dejaré para después, cuando se dé el momento idóneo actuaré.
—No espero menos de ti, chica —dijo Anya al mismo tiempo que me guiñaba el ojo.
—Jajaja no sé si sentirme halagada con la fama que me estás dando.
—Claro que debes, no es una mala fama jajaja.
—Jajaja hablando de mala fama ¿Has visto a Dante? Ya falta poco para que empiece la clase y no ha llegado.
—Descuida, me escribió y me dijo que se despertó tarde, así que vendrá al instituto, pero más tarde de lo usual.
—Si, porque casi siempre llega temprano, me sorprendió no verlo por aquí ya.
—¿Crees que llegue a tiempo? —preguntó Anya con curiosidad.
—Tiene que, el tipo vive a minutos de acá, ya es una vergüenza que no se levante con tiempo para hacer todo para que encima llegue tarde acá.
—En eso te doy la razón, aunque bueno, no sería el primero que vive cerca de su colegio o trabajo y que aun así llega tarde.
—Jajaja es verdad.
Faltaban aproximadamente 5 minutos para que la primera clase empezara, así que Anya y yo seguimos platicando de nuestras cosas mientras esperábamos que Dante llegara.
—¿Viste lo nuevo de Anubis? —me preguntó Anya.
—Claro que lo vi, es más, Rosé y yo nos topamos con el auto de los ladrones antes de que él los detuviera.
—No me jodas ¿En serio?
—Si, de verdad, palabra.
—Pero ¿cómo pasó?
—Ella y yo íbamos en el auto con sus padres y de repente los vimos pasar a toda velocidad, sus padres se sacaron de onda como es normal, hasta pensamos que se trataba de un conductor ebrio o algo por el estilo.
—Rayos, y pensar que minutos después llegaría ese tipo a detenerlos. Sigo pensando en cómo hizo para detener un auto a tan alta velocidad.
—Lo mismo me pregunto yo, suponiendo que ese sujeto sea real, o es un cyborg o un robot.
—¿Cómo va a ser un robot? Jajaja.
—No sé, dime tú cómo coño entonces tiene tanta fuerza, agilidad, destreza y sigilo.
—Ni yo sabría decirte jajaja.
—¿Ves? No descartemos mi teoría.
—Jajaja vale vale, es plausible supongo —respondió Anya mientras se reía levemente.
Nuestra charla fue interrumpida por el sonido del timbre, que anunciaba el comienzo de las clases, y antes de que la maestra llegara vimos a Dante por fin haciendo acto de presencia.
—Bueno, bueno, bueno, miren quién se dignó a aparecer —bromeé.
—Buenos días...chicas... —saludó Dante mientras jadeaba y hablaba entrecortadamente— Rayos... —dijo mientras se desplomaba en su asiento en medio de nosotras.
—¿Viniste corriendo desde tu casa hasta acá? —preguntó Anya.
—Prácticamente, si...
—Bueno, al menos vives cerca, de lo contrario de nada te hubiera servido correr.
—Si, o ni siquiera hubieras llegado —complementé yo.
—Ah...lo sé...no hace falta...que me lo digan...
—A la otra deja de desvelarte viendo porno y duérmete temprano para no amanecer cansado.
—Tus...muertos, Taylor.
—Tranquilo, unos segundos más y pronto estarás con ellos, podrías hacer algo de ejercicio y mejorar tu condición física, sabes.
—Seh...lo tomaré...en cuenta...gracias, atleta olímpica... —contestó Dante de forma sarcástica.
—De nada, atleta paralímpico —sonreí de igual forma.
En medio de nuestra discusión la maestra entró al salón, dando así comienzo a la clase de forma definitiva.
El día pasó relativamente rápido, o al menos esa fue mi percepción, una vez te acostumbras a la rutina ya ves las cosas pasar más rápido frente a ti, igual no había nada importante que pudiera pasarse de largo en absoluto.
Cuando menos acordé ya era la hora de salida, las clases habían llegado a su fin y Dante, Anya, Rosé y yo nos encontrábamos saliendo del instituto.
—Felicidades, sobreviviste otro día más siendo un muerto viviente.
—Gracias, tu apoyo me viene bien siempre, Taylor.
—Ya sabes Dante, cuando quieras, aunque estoy considerando empezar a cobrarte ¿Sabes?
—¿Cobrarme? ¿En serio quieres dejar tus estudios para dedicarte a esas cosas?
—No hablaba de eso, pedazo de idiota.
—Jajaja me lo dejaste ahuevo la verdad.
—Como sea, ya que estás en un mejor humor deberíamos discutir lo del trabajo que nos dejaron en Lenguaje.
—Cierto, primero lo primero ¿Lo hacemos en línea o nos reunimos de forma presencial?
—Creo que sabes la respuesta a esa pregunta.
—Mi mamá no puede llevarlas a casa esta vez, está en vueltas de poner su propio negocio.
—¿En serio? Que genial, Dante, me alegro mucho por tu madre —felicitó Anya.
—Muchas gracias Anya.
—¿Y qué tipo de negocio quiere poner?
—Una pastelería.
—Excelente, sus postres son los mejores, seguro le irá bien.
—Eso espero, la vi muy entusiasmada con la idea, y como dices, sus postres son los mejores.
—Poca broma, si necesita ayuda nosotras podemos apoyarle en lo que necesite.
—Awww muchas gracias amor, lo aprecio mucho —dijo Dante para darle un beso en la mejilla a Anya a lo que esta solamente se sonrojó e instintivamente sus orejas su pusieron rígidas.
—Jejeje gracias cariño.
—Chicos, ¿Qué les dije? No frente a Rosé.
—N-No me incomodan, Taylor, t-tranquila.
—Lo sé, pequeña, pero a mí sí.
—Jajaja.
—Bueno, entonces ¿Lo hacemos virtual?
—Si, es lo mejor, para que no tengan que venir hasta mi casa.
—Cierto, en eso tienes razón.
—¿Y por qué no va Dante a la casa de una de ustedes? —preguntó Rosé.
—Emmm...
—No creo que sea la mejor idea, Rosé —respondió Anya— Mi padre sigue con su berrinche de niño pequeño y se la pasaría entrometiéndose y molestando a Dante, no podríamos hacer la tarea en paz.
—Tal cual.
—¿Y qué hay de tu casa, Taylor? —volvió a preguntar Rosé.
—Pues con gusto los recibiría en mi casa, pero siendo que ni yo me siento a gusto ahí, no quiero incomodarlos, más si el imbécil de mi padre está ahí, como es costumbre.
—Oh...ya veo...
—Tranquila, en condiciones normales se podría, pero supongo que Dante tiene razón, lo mejor es hacerlo por videollamada.
—¿Y-Y por qué no se vienen a mi casa?
—¿A tu casa?
—S-Si, solo tendría que pedirles permiso a mis padres, pero a ti ya te conocen, Taylor, s-seguro estarían de acuerdo con los demás.
—¿En serio harías eso, Rosé? Digo, el trabajo ni siquiera es tuyo, nos estarías acogiendo en tu casa por una cosa nuestra.
—N-No importa, solo quiero ayudar.
—Ay mujer, eres un pan de Dios, carajo —dije para abrazarla y acariciar su pelaje, esto solo hizo que la loba se sonrojara, lo que la hacía ver más linda a mi parecer.
—Bueno, pues está decidido, iremos a casa de Rosé a hacer el trabajo —sentenció Dante— No vive cerca de aquí, pero al menos no vive tan lejos como tú o como Anya, y supongo que podremos trabajar tranquilamente ahí.
—Y armar relajo, que no se te olvide eso.
—Claro, eso también, pero con responsabilidad, no queremos que los padres de Rosé piensen que su hija dejó meter a un grupo de delincuentes a su hogar.
—¿Cómo? ¿Tú no eras un criminal?
—No, Taylor.
—Pero tienes talle de uno, seguro sus padres te confunden con un criminal que se metió a robar a su casa y quiso secuestrar a estas doncellas.
—Tranquila, estas dos doncellas de aquí están a salvo —dijo señalando a Anya y Rosé— La que debería preocuparse es la campesina de aquí —dijo señalándome a mí.
—Ja ja ja ja —reí sarcásticamente— Puede que no seas un criminal, pero tampoco eres un comediante, Dante.
—Pero tú si eres una campesina.
—Jódete.
—Jajaja.