—Espera, esta carta debería ser un secreto, ¿cómo conseguiste ponerle las manos encima? —preguntó Allura.
Entonces una sonrisa apareció en el rostro de Edda mientras respondía,
—La conseguí de mi amante.
—¿Hmm? ¿Tu amante? —Allura frunció el ceño.
—¿No te lo había dicho antes?
—Sí, sí, ya me habías dicho que tu amante es bueno en la cama pero ¿qué tiene que ver eso con esto?
—¡Pfftt! —Edda se rió a carcajadas.
—Señorita Allura, aunque es cierto que mi amante es bueno en la cama, ahora mismo, no estoy hablando de eso.
Estoy diciendo que además de ser bueno en la cama, mi amante también es muy fuerte.
—¿Eh? ¿Fuerte?
—Sí, de lo contrario, ¿crees que soy tan estúpida para dejar el Palacio sabiendo que alguien va tras mi vida?
—No entiendo lo que estás tratando de decir —Allura negó con la cabeza confundida.
—Marqués Alger, al que esa perra envió una carta,
—Sí, ¿qué pasa con él? —preguntó Allura.
—Ese Marqués es el subordinado de mi Amante —reveló Edda.
—¿Qué!?
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