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Klaus sintió un agudo dolor en su rodilla izquierda al perder momentáneamente el equilibrio.
Mikael percibió la oportunidad de propinar el golpe final y avanzó hábilmente.
La multitud guardó silencio, incrédula ante lo que veían. Parecía que el inesperado héroe del equipo de Nueva York estaba a punto de ser derrotado por su formidable oponente.
Klaus jadeó, sintiendo el dolor en su rodilla y el cansancio en cada fibra de su cuerpo. Sin embargo, cuando Michael estaba a menos de dos metros de distancia de Klaus, una voz distante resonó, atrayendo la atención de todos los cercanos:
—¡Klaus, no te rindas! ¡Puedes ganar! —Era la voz de su novia, Ashley, que estaba viendo el duelo con el corazón apretado. Su grito resonó hasta llegar a los oídos de Klaus, y le dio una fuerza que ni siquiera sabía que tenía. Con determinación renovada, se levantó rápidamente, ignorando el dolor de su pierna, y bloqueó el golpe de Mikael a tiempo.
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