—¡Baja ahí! —Como si estuviera luchando contra una bestia, golpeó su martillo con todas sus fuerzas, obligando al último terrón a dar un respingo durante un breve segundo antes de finalmente seguir su voluntad y caer sobre el molde vacío.
Todo ese tiempo, esa mezcla fundida permaneció suspendida en el aire y no cayó. Parecía que estaba mágicamente sostenida en su lugar por algún tipo de fuerza invisible, añadiendo una capa más misteriosa sobre las acciones de William.
El golpe aterrizó tan rápido. Y cuando el último terrón que William había purificado cayó, todo el molde tembló como si un meteorito acabara de impactar en él.
—¡Pum! —Y en el siguiente momento, el cuerpo de William aterrizó débilmente junto al molde, mientras jadeaba en busca de aire.
—¿Estás bien? —Berry corrió apresuradamente a apoyarlo, y por el aspecto pálido de su rostro sabía que no estaba bien.
—Estoy bien —la tranquilizó—. Ahora ve y tráeme otro molde.
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