—Maestro, estamos siendo rodeados por todos lados. Hay zombis y Quimeras viniendo de todos los lados de la casa —informó No.300 en pánico.
—Cálmate, No.300. Dime, ¿cuántos son? —preguntó Anon con un tono despreocupado.
—Maestro, son el doble de los que combatimos en aquel campo de batalla, maestro. He ordenado a todos que se armen, maestro —informó No.300.
—Ok, primero que nada. Relájate. No tienes que ir a ninguna parte. Voy para allá. Solo espérame —dijo Anon mientras se levantaba de su cama y comenzaba a vestirse.
—Maestro, ¿hay algo malo? —preguntó Jenna.
—Nada, ustedes chicas pueden regresar ahora —ordenó Anon.
—Como ordene, señor —dijeron las dos mientras se vestían y volvían a su casa.
Anon entró en la ciudad subterránea y comenzó a caminar hacia el campo de entrenamiento de No.300.
Mientras Anon caminaba hacia el campo de entrenamiento, sacó un puro de su inventario y lo encendió...
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