Se hicieron algunas transacciones más y se recopilaron más libros antes de que los hombres llegaran con la espada para encantar y el remolque para la moto de Wolfe.
Wolfe echó un vistazo por la ventana para ver el remolque, que parecía casi nuevo y lo suficientemente grande como para llevar su botín de vuelta a casa, así que le dio al hombre de la entrega un pulgar hacia arriba y miró al que propuso el intercambio.
—¿Qué te gustaría a cambio?
El hombre miró hacia un lado, se estremeció y volvió a mirar a Wolfe. —Tengo la sospecha de que seré asesinado en mi sueño si no le consigo a mi esposa un encanto de jardín para nuestro aniversario.
—Buena decisión. Nunca puedes sobreestimar los beneficios para la salud de una familia feliz —Wolfe estuvo de acuerdo, pero Stephanie le lanzó la habitual mirada de molestia, recordándole que ella no se había inscrito para trabajar todo el día cuando aceptó hacer un viaje por carretera.
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