Con un estallido atronador, la bola de fuego explotó, convirtiendo todo el Templo Piedra de Alma en un horno envuelto en humo ondulante.
Y sin embargo, cuando se disipó el humo, Ghana permaneció ileso, una fría sonrisa adornaba su rostro.
Alzó su mano, y una luz negra se coalesció otra vez, disparándose hacia Zafiro como un rayo de trueno.
Zafiro sintió un tremendo sentido del peligro e intentó esquivarlo en un destello desesperado de movimiento, pero era demasiado tarde.
La luz negra le golpeó directamente, una fuerza formidable perforándolo de cabeza a pies, casi robándole su capacidad de mantenerse en pie.
Su rostro se volvió pálido, y escupió un bocado de sangre fresca.
Su cuerpo amenazaba con desplomarse, pero apretando los dientes, reunió todas sus fuerzas para mantener su postura.
Al presenciar esto, un oleada de ira y desesperación surgió en los corazones de los demás miembros del equipo.
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