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Al ver a Amelia beber su trago, una luz extraña brilló en los ojos de Christopher.
—Christopher, tengo algunos amigos con los que debo socializar. Me excusaré ahora... —dijo Amelia fríamente antes de alejarse entre la multitud.
Una sonrisa peculiar cruzó el rostro de Christopher mientras se hacía cortésmente a un lado.
Lamentablemente, Amelia no pudo encontrar a John en ninguna parte.
Desilusionada, no tuvo más opción que regresar a su círculo de amigos famosos.
Mientras tanto, John había llevado a Emma al patio trasero.
Mia lo había arrastrado hasta aquí. Por alguna razón, esta pequeña niña no jugaba con sus pares y en su lugar llevaba a John de un lado a otro, insistiendo en que le contara sobre el juego Dios Asesino.
—Mamá dijo que puedo jugar videojuegos cuando sea mayor —pió dulcemente Mia, con voz infantil y adorable—. He visto tantas publicaciones sobre Dios Asesino en línea, todos dicen que es súper divertido. ¿Es cierto?
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