—¡Horror! —Una auténtica bestia.
Zeras se sintió tambaleando al borde de la caída tan solo por estar delante del ser diabólico, ya que la vista de este le provocó escalofríos.
Frente a él estaba parado orgullosamente un ser humanoide extremadamente musculoso de unos cinco metros de altura. Su piel era de un color rojo oscuro como si hubiera sido quemado, mientras que venas de color violeta se contorsionaban debajo de ella.
Cada centímetro de su cuerpo gritaba poder, un poder que hacía que el espacio fluyera de manera errática como si luchara por mantener su cuerpo en su lugar. Un poder físico que parecía ser imposible y que no debería existir en primer lugar.
Se podían ver cuatro brazos extremadamente musculosos en él, mientras cruzaba dos de los brazos en su pecho y los otros dos los descansaba en su cintura.
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