—La boca de Elia se abrió de par en par —Espera, ¿qué?
—¿De verdad no tienes ni idea?
—¿De qué estás hablando?
Reth levantó su mano y la llevó a su nariz, cerrando sus ojos e inhalando como si lo hiciera con el aroma de una flor, y sonriendo. —Estás... estás creando un milagro, Elia.
—¿No puedes estar hablando en serio?
—Totalmente. Es el milagro más grande entre los Anima y yo estoy… estoy rebosante de alegría —Luego abrió sus ojos y su mirada era feroz— furiosa, si ella era honesta. —Pero no puedes permitir que nada interfiera entre tu salud y tú. Nuestro embarazo siempre es... precario. Tienes que prometerme que no harás nada que te pueda hacer daño, o a nuestro cachorro.
—Reth, ¿cuándo...? ¿Cómo?
Parpadeó. —Justo ahora. Hoy. Cuando... cuando estuvimos tan cerca... pasó algo... ¿no lo sentiste?
Ella parpadeó. Luego parpadeó otra vez. —Esa era... conexión. Emocional. Estábamos... quiero decir, sí, algo sucedió pero
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