En la temprana mañana, Gianna desbloqueó la puerta de la habitación de Evelyn. Habían pasado tres años pero ella aún cerraba con llave la puerta de la habitación de Evelyn antes de dormir.
Gianna recordó que una vez Evelyn se había despertado por la noche pero no podía abrir la puerta, así que le había preguntado sobre aquello. En ese momento, había mentido a la niña diciendo que hacía lo mismo con Oliver y Arturo ya que los niños solían tener el hábito de caminar mientras dormían.
Aunque Evelyn estaba segura de no tener tal hábito, se sintió conmovida por la preocupación de Gianna y no la detuvo.
En sus ojos, Gianna nunca la había considerado menos que a Oliver y Arturo. Si solo supiera...
Al entrar en la habitación, Gianna vio que Evelyn ya estaba despierta y sentada en la cama.
—Madre... —susurró Evelyn con ojos somnolientos.
Gianna sonrió mientras caminaba hacia la cama y se sentaba al lado de Evelyn. Acarició la cabeza de Evelyn y dijo:
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