Para cuando Alicia llegó a su cámara, Paulina ya la estaba esperando allí. Alicia le sonrió, pensando que Paulina siempre tomaba sus deberes demasiado en serio.
—Buenos días, mi señora —Paulina saludó con una sonrisa propia mientras observaba a su señora con curiosidad. Dos cosas rondaban su mente.
Primero, había llegado temprano para ver cómo estaba su señora después de oír los rumores de su discusión con el Príncipe Iván la noche anterior. Se había apresurado a bajar a su cámara antes de que sonaran las campanas para ver si estaba bien, pero después de esperar hasta que sonó la primera campana y su señora no apareció, corrió de vuelta a sus habitaciones.
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