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—Necesitarías más fuerza para criar a nuestro hijo, los niños hombres lobo son un puñado —su voz la sobresaltó, haciéndola abrir la boca en shock. ¿Había estado despierto todo este tiempo? Y, una vez más, la estaba tomando el pelo.
—¿Qué fue eso de fingir? —incapaz de contener su enojo, preguntó, apretando el puño.
—Me despertaste, no fue una actuación —dijo él, girándose para acostarse de lado, mirándola como si no fuera culpable de nada.
—Lo fue. ¿Sabes lo difícil que fue para mí cargarte? —preguntó ella, mirándolo fijamente.
—No, pero tu camiseta ya me lo está diciendo —dirigiendo la mirada a su hombro expuesto, comentó, riéndose entre dientes.
Su camiseta apenas colgaba de su hombro, gracias a tener que cargar a este hombre pesado todo el camino hasta aquí. Además, gastó más de su fuerza tratando de acomodarlo correctamente.
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