Esa noche.
—¿Está dormido? —susurró Annalise, confundida al ver a Dante durmiendo en su hombro. Esa noche, él cumplió su promesa de probar juntos el costoso vino de la nobleza y bebieron juntos el vino afrutado y sabroso. Dante le había mencionado de probar juntos el vino alcohólico más suave, pero no pasaron menos de diez minutos antes de que él se durmiera. Sin embargo, dormir no estaba en su agenda.
—¿Me dieron la droga equivocada? —se preguntó Annalise en voz alta mientras estaba a punto de oler su mano, pero una voz la detuvo antes de que pudiera continuar.
—Pensé que te tomaría tiempo dejarlo inconsciente. —Antes de que Annalise pudiera reaccionar a la voz inesperada en la habitación, dedos recorrieron la nuca de su cuello y un aliento cálido siguió tras las caricias suaves.
Se quedó helada, su corazón latiendo fuerte y rápido, pero no por miedo. La emoción y la felicidad la llenaron al ver al hombre que no había visto desde aquel día en que le otorgó el nombre 'Annalise'.
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