El viaje al Campamento de Ebodia iba sin problemas. Pero a pesar de eso, Jayra todavía sentía la tensión que se estaba gestando entre el Comandante Atlas y el Rey Darío hace un momento.
—Jayra —el Comandante Atlas la llamó en cuanto disminuyeron la velocidad. Acababan de llegar a una llanura rocosa debajo de una colina, y él cabalgaba en su caballo con la velocidad suficiente para mantenerse a su lado.
—¿Sí, Comandante? —Jayra le respondió con una sonrisa.
—¿Qué está pasando en el mundo? ¿Y por qué está el Rey Hombre Lobo con la Princesa? —el pobre Comandante preguntó.
Jayra suspiró profundamente. Como esperaba, el Príncipe Ezequiel no tuvo el valor de explicar a su pobre Gran Condestable los detalles exactos de la situación. Sin embargo, ella entendía la razón. Conociendo al príncipe, le tocaba a ella informar al pobre Condestable sobre los recientes acontecimientos.
Soltando un suspiro, Jayra respondió:
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