—¿Vas a acompañarme de regreso a Korusta? —Lachlan habló, frunciendo el ceño—. Si querías detener esta guerra... ya te puedo decir que eso no va a suceder. Aquellas personas intentaron matarme. La Familia Fluer necesitaba sufrir.
—No quiero detener la guerra —afirmó Rosalind con firmeza, dejando su taza con un cliquido deliberado—. Sin embargo, estoy muy interesada en establecer comercio con el Imperio de Korusta. Ya he hablado con individuos influyentes de Rakha, y han acordado proveernos con los insumos necesarios para crear un portal.
La mano de Lachlan se alzó, interrumpiendo la explicación de Rosalind a mitad de frase. Sus ojos se abrieron de incredulidad.
—¿Me estás diciendo que... que no tienes intenciones en la guerra? ¿En cambio, vas allí a convencer al Emperador para comerciar? —Su incredulidad era palpable, sus suposiciones destrozadas. Él había esperado una postura más combativa de la nueva Duquesa.
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