Dorothy Lux comenzó a mordisquearse los labios en cuanto llegó a su habitación. Miró su reflejo en el espejo y arrugó la frente.
—¿Cómo podría ser Rosalind Lux?
Mientras que los demás no la reconocían debido a los cambios en su rostro, ¡Dorothy sí podía! Podía oler la Bendición que emanaba de ella.
Martín y los miembros de las siete familias no podían olerlo, ¡pero el olor de luz y oscuridad a su alrededor era tan espeso que casi la sofocaba!
—Necesita morir —un coro de voces salió de ella—. ¡Rosalind Lux necesitaba morir!
Dorothy comenzó a pasearse por su habitación. Las puertas ya estaban cerradas con llave, así que no tenía miedo de que su madre entrara y la viera en ese estado. Incluso las ventanas estaban cerradas. Lo único que iluminaba su habitación eran sus velas.
—¿Cómo es esto posible? —habló la voz—. ¡Alguien que ha recibido la Bendición de luz y oscuridad no debería existir!
—¿Por qué? —preguntó Dorothy en voz normal.
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