—¿Nuevas esposas? —se burló Rosalind cuando escuchó el informe de Milith.
—Al parecer, no van a ser esposas, sino solo concubinas. No se casarán con la familia y vivirán en cuartos que se han abandonado durante años. La Señora actualmente está pidiendo a todos que limpien esos cuartos ahora. Hay rumores de que las mandarán lejos después de dar a luz.
—Eso es cruel —dijo Rosalind. Sin embargo, ya lo habían intentado antes con su madre. Aunque nunca esperó que fueran tan descarados al respecto en esta ocasión. Entonces resopló.
No. No fueron ellos los que fueron descarados al respecto. Fue Victoria. La mujer debe estar devastada pero no puede hacer nada al respecto, ya que realmente no puede revelar que Rosalind fue quien recibió la bendición.
—El General nos envió té amargo. ¿Quieres que lo prepare? —preguntó Milith.
—No hace falta. Voy a dormir —Ella se encontró con la mirada de Milith mientras le daba una mirada significativa.
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