—¡Marie! ¿Qué está ocurriendo? —El rostro de Dorothy se palideció al ver a Rosalind arrodillada. Las personas detrás de ella estaban igual de sorprendidas. Inmediatamente, Dorothy ayudó a Rosalind a levantarse.
—Señorita Dorothy —ella— ella solo empezó a arrodillarse y yo
—Hermana, ¿qué haces? Nosotras deberíamos arrodillarnos. Ella es la que acaba de recibir la Bendición —Rosalind le sonrió a Dorothy. Obviamente, la mención de la Bendición era el punto débil de Dorothy.
—¿Qué?
—Yo —Señorita Dorothy no es así. Ella solo dijo que yo
—Hermana, —ella me preguntó si la conocía y pareció que la forma en que le hablé la ofendió. Cuando dije que no, su rostro se puso rojo, y me di cuenta de que debía ser alguien importante. No saber quién es probablemente es un pecado. Y fue entonces cuando me di cuenta de que debía ser ella quien recibió la Bendición —dijo Rosalind—. Así que, le pagué mis respetos.
Rosalind hizo su voz tan fuerte como fue posible, asegurándose de que las personas detrás de su hermana pudieran escucharla.
—Rose, eso no es verdad —dijo Dorothy con calma. Aunque sonreía, sus ojos no podían ocultar la incomodidad que sentía por las palabras de Rosalind.
—Ella no es alguien especial. Tampoco recibió la Bendición, así que deja de arrodillarte. ¿Entiendes? No tienes que arrodillarte cuando las vuelvas a ver —continuó Dorothy.
—¿Oh? —Rosalind parpadeó como si acabara de darse cuenta de algo—. Me disculpo por cometer el error, hermana mayor. Es solo que... —Rosalind bajó la cabeza—. Estaba tan emocionada por conocer al Elegido y como ella habló como si fuera alguien que yo debería conocer, asumí que
—¡Cierra la boca! —siseó Marie, su voz intencionadamente baja—. ¡Yo no dije eso! ¡Solo te hice una pregunta! ¿Por qué debes culparme por sacar conclusiones precipitadas?
—Me disculpo... —dijo Rosalind—. No quise pensar que fueras alguien importante.
Alguien detrás de Dorothy tosió. Por fuera, Rosalind sonaba tan inocente, pero el significado detrás de sus palabras era bastante obvio. Al principio, pensó que Marie era importante, por eso se arrodilló.
Ahora Marie la estaba regañando por sacar conclusiones precipitadas. Era como si Marie estuviera diciendo que era culpa de Rosalind haberse arrodillado ante alguien que en realidad no es importante.
Al darse cuenta del significado detrás de sus palabras, la cara de Marie se tornó fea. Quería decir más, pero la chica detrás de ella le tiró suavemente del vestido.
Simplemente no había manera de ganar esta pelea.
Lanzó una mirada fulminante a Rosalind antes de volverse hacia Dorothy.
—Me disculpo, señorita. No quise causar caos —dijo.
En este momento, la posición de Dorothy era extremadamente incómoda. Se había preparado para ser la próxima sucesora, pero no recibió la Bendición. Ahora, había rumores de que estaba a punto de casarse con un Duque bárbaro.
A pesar de que todos hablaban de ella a sus espaldas, nadie se atrevería a cruzarse con la hija mayor de Martín Lux — el patriarca Bendecido.
—Está bien —Dorothy suspiró—. Damas y caballeros, vayamos al jardín. Ven aquí Rosalind —dijo Dorothy.
En respuesta, Rosalind asintió y siguió a su hermana. A pesar de que podía sentir la mirada de todos en su espalda, eligió ignorarlos mientras bajaba la cabeza y obedecía caminando detrás de Dorothy.
Marie, la mujer la mujer de antes, también los siguió con las otras dos chicas.
Ahora que Rosalind lo pensaba, parecía que en realidad iban a una fiesta de té en lugar de un té privado con Dorothy y Jeames.
La criada de Dorothy no les informó sobre esto, claramente era una estrategia para atraparla.
Si Rosalind se quejaba de esto, Dorothy fácilmente diría que informó a su criada. Luego culparía a la criada por no decir la verdad. ¿Cómo podría una hermana cariñosa como Dorothy fallar en informar a su hermana menor sobre algo así?
Obviamente, nadie tomaría el lado de Rosalind, y todos asumirían que ella solo mentía para llamar la atención.
Después de un rato, finalmente llegaron a un claro con una mesa ovalada grande adornada con flores y varios tipos de pasteles.
—Como todos saben —Dorothy sonrió—. Padre acaba de recibir algunos regalos del Norte y me dio permiso para compartirlos con todos. Tomad asiento… y disfrutad. Dorothy se sentó en la cabecera de la mesa.
Insistió en hacer que Rosalind se sentara junto a ella. Cumpliendo, Rosalind no dijo nada más.
—Rosalind, estoy segura de que aún lo recuerdas —dijo Dorothy mientras miraba a la persona sentada junto a Rosalind—. Jeames… Jeames Sencler.
Dorothy sonrió.
Al ver esto, Rosalind no pudo evitar maldecirse interiormente. En el pasado, Dorothy siempre había sido amable y dulce con Jeames y Rosalind no pensaba nada de esto. Pero viendo cómo Dorothy miraba a Jeames ahora, se dio cuenta de algo.
Dorothy le gustaba Jeames.
Se giró hacia Jeames, quien le devolvió un saludo cortés antes de sonreírle a Dorothy.
Parece que el sentimiento es bastante mutuo.
—Sí —Rosalind sonrió—. Recuerdo al buen viejo Jeames.
—Deja de llamarlo viejo —dijo Dorothy.
—Está bien, a la pequeña Rose le gustaba llamarme viejo solo porque soy dos años mayor que ella. Recuerdo que solía llamarme con el mismo apodo cuando aún éramos pequeños.
—Pero eso fue hace cinco años —dijo Dorothy—. Rosalind... puedes llamarlo por su nombre.
—¿Ah? Pero— —Rosalind bajó la cabeza—. Me disculpo por llamarte viejo, Jeames —murmuró con una voz diminuta.
—Hah… no es un problema.
—Bien, deberíamos empezar con las presentaciones. Estoy segura de que todos nosotros ya conocemos a Rosalind, mi querida hermana menor. Hace cinco años, la familia la envió al Norte para que se recuperara. Cinco años después, finalmente está saludable y lista para volver a la capital.
Dorothy continuó, —Esta vez, muchos de ustedes fueron invitados a visitar la capital junto con mi hermana, y pensé que sería agradable tener un pequeño encuentro para familiarizarnos unos con otros. Por supuesto, lo vamos a hacer con el té que el Duque del Norte le regaló a mi padre.
—¿El Duque del Norte? —Rosalind alzó la vista, su rostro sonrojándose al mencionar al Duque. Esta era la segunda vez que Dorothy mencionaba la referencia del Norte. Sabía que el té del norte en realidad no era del agrado en la capital debido a su sabor amargo.
Como alguien que aprendió etiqueta, Dorothy debería haber sabido que hablar de algo que a muchas personas no les gusta no es exactamente propio, pero lo hizo de todos modos.
Claramente, tenía sus propios motivos.
Tristemente para ella, Rosalind también tenía sus propios motivos.
—Sí, hermana. El Duque del Norte acaba de regalarle al padre algunas cosas —dijo Dorothy—. ¿Hay algún problema?
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Olvidé informarles a todos que estoy participando en un concurso y realmente espero que voten por esta novela. ¡Muchas gracias!
¡Feliz lectura!