—Has tomado una decisión sabia —reconoció Qin Yan, con una voz medida—. Ahora, te ayudaré a quitar la aguja de forma segura, asegurando un daño mínimo a las áreas afectadas.
El hombre, quizás a regañadientes, reconocía la gravedad de la situación. Con Qin Yan guiando el proceso, se preparó para la delicada extracción de la aguja de acupuntura. Al ser extraída la aguja, el hombre sintió un alivio mezclado con una aprensión persistente.
No se atrevió a acercarse a Qin Yan de nuevo y retrocedió mientras la miraba a Qin Yan con miedo. Qin Yan salió apresuradamente de la habitación, sintiendo la apremiante necesidad de escapar. Sin embargo, dos guardias vigilaban la salida, creando una barrera desafiante para su libertad. Impertérrita, Qin Yan se enfrentó a los dos hombres de frente.
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