El pequeño Drayce de cuatro años era conocido como un pequeño diablo dentro de la residencia de la Reina. Era un niño enérgico que podía correr todo el día, exhaustando no solo a los sirvientes que lo seguían sino también a los caballeros encargados de protegerlo.
Quitarle la vista de encima por un segundo era un error que dolorosamente aprendieron al ver crecer al pequeño príncipe, ya que tenía la costumbre de desaparecer de su vista, corriendo hacia quién sabe dónde.
Después de buscar a Drayce, quien había desaparecido de su cámara, una vez lo descubrieron colándose en la cocina, queriendo hornear galletas para su madre. Otras veces, lo encontraban fuera en los jardines, cubierto de barro, porque quería atrapar saltamontes para dárselos a su niñera, o flores para regalar a los sirvientes. También hubo una vez que derramó tinta en la alfombra, diciendo que quería dibujar un retrato de su familia en el suelo y mostrárselo a sus padres porque los extrañaba.
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