Capítulo 7: Escuela

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Yu Qi se despertó de su sueño, preparó el desayuno y finalmente se alistó para ir a la escuela. Al salir de su habitación, echó un vistazo a la familia que desayunaba. Salió de la casa en silencio.

Yu Qi caminó lentamente hasta la parada de autobús. Después de unos minutos, llegó el autobús. Subió, pagó la tarifa y ocupó el asiento trasero. Dirigió su mirada hacia afuera del autobús y la escena de la ciudad llenó su vista.

—Maestra, ¿a dónde va? —Yu Qi escuchó la voz de Bo Ya. Miró a su alrededor, pero no pudo encontrarlo.

—Maestra, no tiene que buscarme. Estoy dentro de usted. Maestra, puede hablar conmigo usando su mente. —Bo Ya sabía que si su maestra hablaba sola, la gente alrededor podría pensar que estaba loca.

Yu Qi relajó su cuerpo. Afortunadamente, podía hablar usando su mente. —Voy a la escuela.

—Escuela. ¿Qué tipo de lugar es?

—Un lugar al que la gente de este mundo va a estudiar.

—Oh, igual que nuestra pagoda en el espacio.

—¿En serio? Eso lo revisaré más tarde.

La conversación entre ellos se detuvo cuando apareció la vista de su escuela. Presionó el timbre y entonces el autobús se detuvo. Salió de manera natural y caminó a través de la puerta. Muchos estudiantes ya estaban allí. Usando su memoria, fue a buscar su aula. Se sintió nostálgica y extraña.

Su alma ya tenía 26 años, por eso sentía ese tipo de emoción. Caminando hacia su asiento, su asiento estaba colocado en la última fila junto a la ventana.

Se sentó y se giró hacia la ventana. Podía ver a su hermano adoptivo, Wang Fu Ya y a Wang Ha Na bajando del coche de su familia. Wang Fu Ya era su compañero de clase mientras que Wang Ha Na iba a la escuela secundaria. La escuela constaba de secundaria y preparatoria. Por eso venían juntos.

La razón por la que Yu Qi no podía venir con ellos en su coche era que Yu Qi estaba siendo acosada por sus compañeros de clase. Ellos no querían ser acosados, así que no la reconocían como miembro de su familia. En su vida anterior, fue amable. No quería que sus hermanos fueran acosados por otros, así que silenciosamente aguantaba el acoso sola. Hizo una pequeña sonrisa fría en sus labios.

—Hola, zorra. ¿Qué tal tu fin de semana? —Hablando de su acosadora, aquí llegaron tres chicas que la saludaron haciendo que se girara al agarrarle el pelo.

Pero la chica que le agarró el pelo de repente lo soltó después de ver su rostro. Sus ojos se volvieron helados y fríos cuando miró a las tres chicas. Como un diablo que salió del infierno. Las chicas temblaron por la temperatura fría.

—Después te enseñaré una lección, zorra. —La chica salió corriendo de su asiento.

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