Adrienne estaba medio dormida cuando Lennox regresó. Esperaba que él la despertara, pero ¿quién iba a pensar que él apoyaría su cabeza frente a la suya, su aliento cálido haciéndole cosquillas en vez de eso? De repente se sintió consciente de estar demasiado cerca de este hombre. Se preguntó qué estaría pensando Lennox en ese momento. Aunque a veces era algo grosera con él, este hombre era inesperadamente paciente con ella.
Entonces lo escuchó decir:
—Espero que algún día encuentres la felicidad que mereces.
Adrienne sintió que su pecho se apretaba al oír esas palabras. Nunca había considerado su propia felicidad desde su renacimiento. Lo que alimentaba su voluntad de vivir no era más que venganza. Sus aspiraciones personales y la felicidad no formaban parte de su lista de prioridades.
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