Mo Qiang siguió a Yin Fu hasta la casa. No sabía qué estaba intentando hacer al llamarla sola, pero se mantuvo alerta hasta el final, no podía bajar la guardia por si él le hacía algo. ¿A dónde iría?
¿Incluso tendría la oportunidad de reencarnar otra vez?
Xiao Jiao, que podía sentir las preocupaciones de Mo Qiang, no sabía qué decir, estaba sin palabras, pero había estado tantas veces sin palabras debido a las dinámicas de este par de esposos que Xiao Jiao pensó que si permitía que Mo Qiang y Yin Fu la llevaran de nuevo a la incapacidad de hablar, entonces ella era la que era tonta.
—Qi Qi, no tengo mucho tiempo para prepararme para tu viaje, pero conseguí esto para ti —Yin Fu sacó una caja grande llena de bolas azules. Eran tan hermosas que brillaban bajo la luz atrayendo la atención de Mo Qiang y Xiao Jiao—. Tuve que pagar por adelantado por ellas, pero el lugar al que vas está lleno de peligros. Deberías llevarlas contigo por si acaso no te dejas una salida.
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