—Todos los días me provocas como si fueras un sucio cachorrillo, ¿crees que no puedo dominarte, eh? —preguntó Mo Qiang con voz profunda. Aunque hablaba de manera ruda, no quería decir nada severo, solo trataba de afirmar su dominio frente a Yin Fu.
En el pasado, cuando fue atrapada por unos matones callejeros, tuvieron piedad de ella y le enseñaron que solo se puede afirmar el dominio actuando fuerte y grosero frente a alguien que les aterrorizaba. Y como en algún lugar de su corazón estaba aterrada por las habilidades de Yin Fu para ensamblar armas en solo unos minutos, usó esa táctica como una forma de enseñarle una lección.
Pero, por supuesto, era solo porque estaba borracha, si hubiera estado sobria, Mo Qiang habría sabido que estaba actuando como una tonta.
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