Mo Qiang quería decir —No, gracias, aprecio el gesto— y mandar al tritón a paseo, pero entonces él levantó la cabeza y la miró con una mirada inquisitiva en sus ojos con un atisbo de desolación mientras el brillo en sus ojos se atenuaba —¿No vas a probar un bocado? ¿No quieres perdonarme?
Ahora, había muchas cosas que todo el mundo temía en este mundo y una de ellas era una belleza llorando frente a ellos.
Tan temperamental como era Shao Hui, era igual de hermoso cuando uno se detenía a mirarlo. Con su cabello color flor de cerezo y pupilas de distintos colores que ahora brillaban con lágrimas, miraba a Mo Qiang, su tez se volvía pálida como si temiera escuchar la respuesta de Mo Qiang.
—Maldita sea, ¿por qué tiene que ser tan guapo? —maldijo Mo Qiang en su cabeza, miró al tritón cuyos ojos estaban llenos de lágrimas y luego miró hacia abajo a la cosa que le estaban dando a probar con la excusa de que era una papilla.
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