—¿Debería tragármelo? —preguntó Severo.
No había tenido la molestia de mover ni una sola pata porque lidiar con un humano tan débil como este era tan fácil para Escarlata. Era fácil como comer pastel, como ella siempre decía.
—No necesitas hacerlo —respondió ella.
—¿Esto significa que le permitirás irse sin daño después de lo que él pretendía hacer? Pude oler las intenciones malvadas del hombre en cuanto entró.
Escarlata no tenía la intención de dejar que el general Sang se fuera, él tenía que aprender a quiénes debía temer, de quiénes debería huir cuando los viera venir.
Necesitaba comprender que había cosas mucho más aterradoras en el mundo que las bestias mutadas.
El general Sang estaba tratando de alejarse de ella. Estaba prácticamente arrastrándose por el suelo como una larva para escapar del problema que había comenzado.
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