Lin Yuan sonrió cuando escuchó eso. —No te preocupes, mi padre ya se despertó y le pregunté sobre eso.
—¿Qué hizo él aquí?
—Está teniendo una negociación con el gobernador local. Las cosas no terminaron muy bien y terminó perdiendo mucho dinero dentro de esa cosa, así que estamos pensando en quedarnos aquí para recuperar el carruaje mañana. —Lin Yuan era bastante honesto.
Long Qian Xing asintió. Sabía que Lin Yuan y su padre eran comerciantes de ida y vuelta. No se preocuparían por nada más que por la ganancia y excavar no les costaría demasiado para recuperar el dinero perdido.
—Tu suerte es un poco mala.
—Bueno, es verdad. —Lin Yuan suspiró. Había preguntado a Lin Sun y se sintió aprensivo cuando escuchó que la que ordenó el rescate fue la joven dama en lugar del general. Era un poco asombroso pensar que una dama tan joven fuera tan valiente.
—También estoy un poco sorprendido por tu prometida. Nunca supe que las mujeres en el Reino Fei Yang fuesen tan valientes.
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