Vanessa no tuvo más opción que ir de un lado a otro curando a la gente. No es que no tuviera planeado hacerlo, pero tenía pensado trabajar junto al capitán y los demás y mostrar su lado más admirable.
En ese momento, Víctor se acercó, un poco avergonzado. ¿Cómo no podía ver lo que estaba sucediendo?
—Me disculpo —dijo—. La hemos consentido demasiado.
Altea no hizo ningún comentario. En lugar de eso, se puso manos a la obra. —¿Dónde están las damas?
—Todas se están limpiando y tratando con lo que teníamos —dijo él—. Esas pociones, incluso diluidas, han sido de gran ayuda.
—¿Estarán usted y el General disponibles para una reunión más tarde? —preguntó Altea y Víctor parpadeó, asintiendo finalmente.
—Descanse bien y atienda sus asuntos, nos reuniremos en la última planta del Centro del Pueblo —dijo ella, y caminó hacia allí con su esposo siguiéndola de cerca.
Víctor asintió entonces, pero cuando se dio cuenta del lugar de la reunión, parpadeó.
¿El Centro del Pueblo?
…
Clínica
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