—Alyssa es… —Sebastian empezó en un tono bajo—. Su cuerpo aún estaba un poco tenso, pero sus ojos grises estaban perdidos mientras miraba sus manos entrelazadas. —Ella estuvo conmigo cuando fui retenido cautivo por esa… mujer.
Los ojos de Elle se ensancharon y, al mismo tiempo, su corazón latió dolorosamente cuando escuchó su admisión.
—Ella es... una prisionera como yo. Ella es...
Sin esperar a que Sebastian terminara lo que estaba a punto de decir, Elle se puso de rodillas y lo abrazó. —Lo siento… —susurró, dolorida. No sabía que Alyssa provenía de la misma época oscura que Sebastian más detestaba. Nunca quiso hacerle recordar esa etapa de su vida. —Lo siento mucho, Sebastian... Yo... Yo no lo sabía...
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