—¡TALIA! —gritó Damon mientras se despojaba de sus piernas del hombre que cayó al suelo inconsciente después de recibir el sabor del codo de Damon—. Bastardo.
El corazón de Damon se apretó al darse cuenta de que no lo lograría.
Talia y uno de los atacantes estaban en camino de colisión, y no había nada que Damon pudiera hacer al respecto.
Los brazos del hombre estaban extendidos frente a él, y las palmas abiertas revelaban que su gol era agarrar a Talia, que corría hacia el hombre sin miedo, como si estuviera planeando pasar a través de él.
La mente de Talia estaba confundida por el alcohol, pero sabía que el hombre frente a ella quería hacerle daño a Damon y que su gol era usarla como ventaja contra Damon. ¿Cómo puede permitir que suceda tal cosa?
En el último momento, Talia se balanceó, evitando las manos del hombre y se enderezó justo a tiempo para darle un golpe en la garganta.
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