—¿Qué haces aquí? —preguntó Kael, sorprendido al encontrar a Rafe descansando casualmente en su sofá cuando regresó a casa.
—Bueno, tenía curiosidad —respondió Rafe, con una sonrisa traviesa extendiéndose por su cara.
—¿Curiosidad por qué? —levantó una ceja Kael, lanzando sus llaves sobre la mesa y quitándose la chaqueta.
—¡Por el clima! —hizo un gesto dramático con la mano Rafe, recostándose en los cojines—. ¿Crees que habrá un huracán hoy como se predijo hace 150 años? ¿Cómo pude tener a un hermano tan tonto... —murmuró bajo la respiración antes de preguntar en voz alta—. Por supuesto, tenía curiosidad por tu cita a ciegas.
Kael suspiró, pellizcando el puente de su nariz pensando en la tortura que había soportado a manos de ella —La curiosidad mató al gato, Rafe. Vuelve a tu lugar.
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