Gabe Frost era un hombre letal, pensó Autumn mientras lo veía recoger la mesa. Viviendo con él, podría terminar perdiendo la razón. No había dejado de provocarla constantemente, manteniéndola en perpetuo estado de alerta. Durante el desayuno, él había tomado su mano con naturalidad o había rozado el dorso de esta, cada toque enviándole un estremecimiento. Era como si él la hubiese puesto en la mira y ella fuera una presa que él pretendía devorar.
Incluso mientras se perdía en sus pensamientos, de repente sintió que él la rozaba y se sobresaltó. Ahí estaba, ese toque suave como el aleteo de una mariposa, que la hacía dudar de si él la estaba provocando deliberadamente o era solo un roce accidental. Sus reflexiones se interrumpieron con el sonido del timbre de la puerta y ella agradeció a los cielos por salvarla nuevamente.
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