Aterrador

—Psss… —Evana empujó suavemente a Lucien mientras intentaba llamar su atención y susurró cerca de su oído—. ¿Tiene que poner esa clase de expresión? La mitad de las personas aquí están a punto de cagarse en los pantalones.

Lucien echó un vistazo al hombre que estaba sentado a la cabeza de la mesa e inclinó su cuerpo hacia Evana, inhalando su dulce aroma mientras le informaba:

— Esa es su expresión amistosa, ángel. Son tontos por tener miedo de eso.

—¿Amistosa? Parece más bien que se está gestando una tormenta en su rostro —bromeó ella, casi moviendo la cabeza. No pudo evitar mirar alrededor de la gran mesa y suspirar nuevamente mientras miraba la pantalla. Su plan era a prueba de fallos y no pudo evitar mirar otra vez al hombre. Si su padre hubiera sido la mitad de despiadado que él, las cosas habrían sido muy diferentes.