"Demetri acababa de regresar del vuelo. El largo y casi continuo viaje de ida y vuelta al País B le había pasado factura. Apenas había cruzado la puerta y se había ido a buscar un vaso de agua cuando escuchó que Nora gritaba:
—¡Eh, tú!
Se volteó instintivamente, pero antes de que pudiera siquiera registrar lo que estaba sucediendo, un borroso movimiento llamó su atención. El instinto se hizo cargo y atrapó el jarrón con una sola mano, un centímetro antes de que golpeara entre sus ojos.
Al otro lado de la habitación, las respiraciones de Nora venían en jadeos superficiales. Su corazón latía fuerte mientras registraba lentamente la escena ante ella. Había confundido a Demetri con un intruso en medio de la noche, reaccionando por puro instinto y miedo. A medida que el alivio recorría sus nervios, intentó hablar pero solo logró palabras fragmentadas, su voz rota y temblorosa, —Tú…
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