—Este lugar es hermoso —comentó Erika mientras entraba en su nueva casa—. Ya habían llegado a España y le encantaba el clima fresco que calmaba su piel. Caminando hasta la puerta doble, la abrió y se dejó llevar mientras disfrutaba del fresco y reconfortante aire.
Una mano la rodeó por la cintura desde detrás y su sonrisa sólo se ensanchó más.
—Me alegro de que te guste —dijo Ethan mientras restregaba su nariz en su cuello y olía su aroma—. Vamos a vivir aquí durante los próximos meses, así que me aseguré de elegir el lugar adecuado para que estés cómoda —añadió.
Erika se volteó para enfrentarlo y acarició su mejilla. —Eres tan dulce —le dio un piquito en los labios por un segundo y lo abrazó—. Pensé que nos atacarían en el aeropuerto o que probablemente nos seguirían, pero vernos aquí, seguros y a salvo, realmente me alegra.
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