Erika abrió inmediatamente los ojos y miró a Iza, quien tenía una expresión de preocupación en su rostro. Primero, miró la habitación para asegurarse de que Adrian no estuviera cerca, luego revisó sus dedos. Afortunadamente, no había ninguna señal de un anillo de matrimonio en ellos.
Cuando su mirada se posó en Iza, quien había estado esperando que ella hablara, Erika finalmente dijo:
—Estoy bien.
Sus pulmones expulsaron las palabras.
—¿Estás segura, señora? Parece que te desmayaste hace un momento —preguntó Iza para estar segura.
Erika asintió vigorosamente con la cabeza, mientras respondía:
—Sí, lo estoy.
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