Drayce y Yorian sintieron la presencia ominosa de una oscuridad potente, aunque su origen estaba lejano.
Después de asegurarse de que Seren estaba dormida, Drayce salió de la cámara y se unió a Yorian en la amplia sala, bañada por la suave luz de las lámparas colgadas en las paredes. Ambos hombres dirigieron su atención hacia una montaña imponente en el horizonte.
De pie hombro con hombro, Drayce sintió la palpable oleada de energía formidable que emanaba de la dirección de la montaña.
—¿Es esa Oriana? —preguntó.
La mirada de Yorian permaneció fija, su expresión ilegible.
—Parece que tu amigo está soportando lo peor de la ira de su pareja.
Una sombra cruzó el rostro de Drayce.
—Arlan no se ha recuperado completamente. Si esto persiste, podría sufrir lesiones graves. Debo
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