—Um...
Joanna Lawrence se tocó la cara, sintiéndose un poco avergonzada.
Durmió bien anoche. No sabía por qué se sentía tan adormecida hoy al mediodía.
—¿Dormiste bien? —Joanna giró la cabeza para mirarlo, pensando que parecía mucho más rejuvenecido, ya no lucía tan demacrado como antes.
—Sí, muy bien.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Ashton Heath:
—Joanna, gracias.
Aunque fuera solo una corta hora, el alivio que trajo a su cuerpo y mente fue significativo.
La calidad de esa hora de sueño fue mucho mejor que las tres o cuatro horas que solía dormir por la noche.
No se despertó a mitad de camino ni tuvo pesadillas.
Cuando se despertó, se sintió como un hombre nuevo.
—¿Agradecerme? —Joanna lo miró, desconcertada—. ¿Por qué?
El semáforo se puso en rojo adelante.
Ashton Heath detuvo el coche, giró la cabeza y la miró profundamente:
—Gracias por dormir conmigo. Dormí cómodamente en esa hora.
—Tos tos tos —. Joanna empezó a toser violentamente.
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