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UNA INESPERADA AVENTURA

A Ondín se le puso la piel de gallina. Al menos desde su punto de vista resultaba obvio que su majestad no dejaba escapar una. En cualquier caso, cierto o no, ella tenía que conducirse apropiadamente de ahora en adelante, aunque no tuviese la más remota idea de cómo hacerlo. Por suerte Jadem continuó ayudándola sin vacilar y con completa naturalidad:

- Yaeng, no te despegues de mi lado, quiero detalles de la desaparición de Alia.

- Mi señor, por supuesto. - Correspondió Ondín recordando la conversación que había escuchado accidentalmente. 

Luego asintió con solemnidad haciendo una profunda reverencia e inmediatamente se acercó al príncipe de verano situándose tras este y el escolta tuerto. Tratando de parecer casual ella dirigió su vista hacia Rin y le dio un breve saludo con un movimiento de su cabeza. Después hizo otro tanto con el alto desconocido de verano. Jadem lo había llamado Najum, pero ella no recordaba a nadie con se nombre entre los altos guardias reales. El guardia desconocido llevaba un arco y un carjac con flechas doradas y además una lanza enorme que tenía en la punta una cuchilla tan larga como una la hoja de una espada. Por su parte el desconocido le correspondió con una templada mirada. Ondín estuvo a punto de encogerse de hombros, pero se contuvo y ladeó su cabeza. En cualquier caso, el grupo continuó su camino; aunque esta vez adoptaron una marcha que estaba muy cerca de ser una carrera. Ondín suspiró y usó la magia para potenciar su fuerza física; aquel iba a ser un viaje horrible con seguridad. Por otro lado, a los otros no parecía afectarle el ritmo e incluso hablaban mientras corrían.

- Los demás saldrán en unos días. Parece que se nos unirán algunas hadas de verano- Continuó Jadem- Sólo resta que el príncipe Arat lo apruebe. Por nuestra parte debemos superar el retraso que llevamos. Los raptores nos llevan dos días de ventaja como mucho. Eso es si no tienen una manera más rápida de viajar. Confiemos en que se trate de algunos simples cazadores de deseos. - Terminó mientras dirigía una mirada de soslayo llena de significado hacia su compañero tuerto.

- ¿Los sabuesos del reino consiguieron pistas? - intervino Cain mientras giraba su único ojo hasta el rojizo zorro.

- Sí- Contestó con diligencia el príncipe: - Ellos están aún en el bosque de primavera. Al parecer los secuestradores tuvieron un encuentro con la bruja subterránea, eso debió retrasarlos sin dudas.

- ¡¿Y sobrevivieron?!- preguntó sorprendido Cain mientras se adelantaba hasta estar en la misma línea que Jadem.

- Sí.

Después de esto se hizo un silencio absoluto en el grupo de modo que por unos minutos sólo se escuchó el ruido de la marcha y la respiración acompasada de las hadas.

- ¿Qué es una bruja subterránea...? - Indagó finalmente la pequeña Rin, matando el silencio reinante, cuando al parecer ya no pudo resistir más la curiosidad.

Quien le contestó fue Jadem. Ondín, que también moría de curiosidad, sin quitar la vista del frente fingió indiferencia a las palabras del príncipe. No obstante, ella agudizó sus oídos para escuchar la explicación.

- Es una flor carnívora. Es mortal, sólo una experta hada de primavera tiene el conocimiento para evitarlas. Viven bajo la tierra y cuando alguien pisa su territorio emergen desde las profundidades y atrapan a sus víctimas. Es muy difícil saber dónde se encuentran dentro de la floresta y son extremadamente venenosas también. Una vez que te atrapan las posibilidades de sobrevivir son pocas. Se la conoce también como bruja púrpura por el color de sus pétalos.

- Oh...- Comentó Rin embobada y Ondín supo que su amiga estaba tratando de imaginársela. puesto que Rin era una apasionada del estudio de las plantas. - Fascinante. Me gustaría verla...

- Me alegra que eso no sea posible. - Habló de repente Cain enfocando hacia la duende con su hermoso ojo amatista. - Puesto que tomaremos la vía del gran pantano. Jadem piensa que ganaremos ventaja de ese modo. - Terminó el tuerto con una sonrisa taimada.

Viéndolo, Ondín se dio cuenta de que aquel trataba de un modo bastante informal al príncipe de primavera. Entonces el zorro habló entre dientes y ella creyó distinguir una sonrisa divertida en la cara del animal cuando dijo: - Oh... pequeña Rin si ella llega a atraparte estaría chupando tus huesos antes de que un petirrojo logre terminar su canción.

Jadem lo había dicho como una especie de broma, pero sus palabras lograron que un estremecimiento sacudiera la nuca y los hombros de Ondín. Tras esto ella se concentró en mantener el paso. La verdad era que aún estaba lejos de quedarse sin energía, sin embargo le preocupaba demasiado los eventos que podían presentarse en aquella misión de rescate. ¿Qué peligros les aguardaban? Al menos no irían por el territorio de la bruja púrpura, pero ¿qué otras criaturas deambulaban por aquellos parajes? ¿Y si la descubría el emisario del príncipe Arat? ¿Hasta dónde pensaba acompañarlos? El príncipe de verano no lo había especificado. Ondín estaba lejos de sentirse segura, pero se obligó a concentrarse en el camino que recorrían agudizando sus sentidos para captar cualquier cosa que se le pudiera venir encima porque ella ya no confiaba ni en su sombra. Por otro lado, no podía evitar sentirse responsable por Rin. Oh Rin... Sin embargo, estaba segura que aquel sentimiento era opacado por el ansia de salvar su propia piel por ponerlo de algún modo. Después de todo ella era sólo una cobarde. Una cobarde que ahora estaba metida en un horrible lío. Una cobarde que ahora estaba viviendo una aventura totalmente inesperada. 

La improvisada partida logró avanzar todo un día sin mayores contratiempos. Viajaban a un ritmo descomunal, deteniéndose sólo para tomar algún alimento. 

A la segunda noche de viaje Ondín estaba segura de que el enviado del príncipe los acompañaría hasta el mismo reino de primavera. Ella daba gracias por aquella fuente inagotable de magia que de algún modo poseía y que en aquellas circunstancias la ayudaba a continuar el horrible ritmo del grupo.

Pese a que el farol de luciérnagas de verano iluminaba los alrededores inmediatos a la partida, poco más allá de dos metros la oscuridad era aterradora. La intimidante negrura parecía eterna y Ondín la odiaba. La luz del farol oscilaba a medida que el enviado del príncipe Arat se movía, lanzando luces y sombras de manera intermitente. 

Ondín se encontraba pensando que debía ser ya de madrugada cuando lo sintió. Primero un sonido discordante que se apagaba secamente y tras un intervalo prolongado se repetía siempre con la misma cadencia. Siniestro… Fue el primer pensamiento de Ondín. Fuese lo que fuese aquello llevaba un rumbo hacia el suroeste supuesto a internarse en los bosques de Primavera. Ondín lo podía asegurar gracias a sus sentidos agudizados con magia. Entonces, cuando ella estaba volteando el rostro hacia el frente, sus ojos se encontraron con los dorados iris de Najum quien iba a su izquierda. El guardia real de verano también había estado observando hacia la misma dirección. Así que Ondín se dijo que, al igual que ella, él lo había sentido. Una presencia siniestra con una extraño andar.

Entonces, fuese lo que fuese aquello se detuvo repentinamente. Ondín lo sintió inmediatamente y compartió una mirada de alarma con el encapuchado. Lo que fuese aquella criatura, sin dudas, había cambiado rumbo para dirigirse hacia ellos. 

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