—He sellado el poder adicional en tu cuerpo por ahora. Cuando lo necesites, solo extráelo del núcleo —dijo el cadáver.
—Me has hecho un gran favor, señor. No sé cómo podré recompensarlo —Su Ping podía percibir la magnitud de ese regalo. Se sintió preocupado tras recibir tal favor en su primer encuentro.
—Puedes recompensarme viviendo —El cadáver soltó una risa de forma bastante casual.
—Señor, me pregunto… ¿Cómo debería llamarlo? —preguntó Su Ping, esperando recordar su nombre.
Tras un largo silencio, el cadáver finalmente suspiró y dijo:
—Ya lo he olvidado; ha pasado tanto tiempo. Siendo uno de los soldados derrotados, nuestros nombres no valen la pena recordarse.
—Señor, aunque haya perdido, su determinación perdurará. ¡Derribaré a los Cielos con su fe! —Su Ping casi rechinaba los dientes.
—Bien, muy bien —dijo el cadáver encantado—. También te enseñaré el resto de mis habilidades de batalla. Espero que te inspiren un poco.
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