—Eh, Chen Chen, ¿por qué no vas?
Alguien sugirió. —¿Qué olvidaste en el aula? Yo corro rápido. Puedo ayudarte a buscarlo.
Qiao Chen sonrió y contestó:
—No voy, ustedes pueden ir en mi lugar.
Mintió para no tener que enfrentarse a Qiao Nian. —Algo que otros no deberían tocar. Lo dejé en un monedero pequeño en mi bolsa.
Las chicas entendieron enseguida a qué se refería.
Se había olvidado de su toalla sanitaria.
Todas las chicas de la escuela llevaban algunas consigo durante su periodo y las escondían en un monedero pequeño en sus bolsas.
—Puedes ir, entonces. —Su razonamiento fue perfecto. Las chicas la defendieron de inmediato e impidieron que los chicos preguntaran más.
Qiao Chen suspiró aliviada y miró a Qiao Nian. Asintió y se fue rápidamente.
Todavía estaba conmocionada por el comportamiento de Qiao Nian en el hospital. Era como si estuviera loca, golpeándola en público.
Incluso amenazó que nunca lo dejaría pasar delante de la familia Fu.
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